Le confessioni

Crítica de Fernando López - La Nación

Un monje en medio del G8

Cuando en el cielo un angelito no hace lo que ha de hacer, el Señor lo encierra en una celda oscura", dice el poema del napolitano Ferdinando Russo, que el monje protagonista de este film -en el que Roberto Andò dedica a explorar las relaciones entre política y ética- registra en su recién comprado grabador en el comienzo del film.

El silencioso y enigmático monje (encarnado por Toni Servillo) ha sido curiosamente invitado por el titular del FMI (Daniel Auteuil) a participar en la inminente cumbre en la que el G8, compuesto por los países más industrializados del planeta (excepto Rusia, actualmente suspendido), tomarán decisiones que con seguridad incidirán negativamente en las economías más desfavorecidas.

A él se sumarán otros insólitos "invitados" como una exitosa escritora y un rutilante astro del rock, quizá con el propósito de humanizar el encuentro. Pero en la primera noche, el líder del FMI le pide al religioso una confesión que será la última, ya que la mañana siguiente aparecerá muerto, aparentemente víctima de suicidio. Aquí el film intenta tomar el camino de un indeciso thriller en el que las ambigüedades terminan diluyendo a los interrogantes, como si Andò se viera superado por un tema que no logra plantear con claridad ni alimentar con cierto suspenso. Sólo las cuidadas imágenes y los actores (Servillo y Auteuil en especial) parecen estar a la altura del arduo compromiso.