Las Rojas

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Un western en el que dos mujeres luchan por la verdad

Hay varias lecturas que atraviesan “Las Rojas”, una puede ser la lucha de dos mujeres enfrentadas por defender la verdad, pero también cómo aparece la sororidad en las situaciones límite. La mejor manera de internalizar esta historia es tomando las dos miradas, que se entrecruzan todo el tiempo. Matías Lucchesi, el mismo realizador de “Ciencias naturales” y “El pampero”, trae en esta oportunidad el derrotero de dos paleontólogas que, en el medio de las montañas de Mendoza, van por todo. Una es Carlota (Mercedes Morán), quien hace diez años que está al frente de una reserva, en la que todos tienen el acceso prohibido, y en donde guarda con mucho recelo los restos fósiles de un animal mitológico mitad ave y mitad león. La otra es Constanza (Natalia Oreiro), quien llega a esa reserva, enviada por la fundación que costea los excesivos gastos de Carlota, para supervisar cuánto hay de verdad en el trabajo de esta colega. Las dos mujeres parecen mundos irreconciliables, no solo no tienen empatía, sino que se rechazan. Incluso Carlota la odia en un momento puntual. Lucchesi supo manejar muy bien la tensión dramática entre las dos al principio, pero luego se diluyó con el correr de la trama, en uno de los pocos puntos flojos de esta producción. Sin embargo, ese foco de tensión aparece logradamente cuando el centro de la escena lo ocupa Freddy (Diego Velázquez), otro paleontólogo que surge como el tercero en discordia, quien se quiere apoderar de Las Rojas, por lejos el secreto mejor guardado de esa reserva, y que conviene no spoilear en esta crítica. El filme está contado a manera de western, en una apuesta difícil para el director, pero que supo llevar a buen puerto. Primero porque los paisajes montañosos de Uspallata y Potrerillos en Mendoza le dieron la suficiente aspereza escénica al relato. Y segundo, porque la película tiene un giro al cine fantástico sobre el cierre que jerarquiza “Las Rojas”. Porque le da vuelo poético, le baja el precio a los que militan por las verdades absolutas y, de paso, pone en primer plano la solidaridad entre mujeres, un saludable signo de estos tiempos.