Las razones del corazón

Crítica de Paula De Giacomi - La mirada indiscreta

Cualquiera, menos yo

Las razones del corazón de Arturo Ripstein es una adaptación libre de la novela de Madame Bovary, de Gustave Flaubert. El guión fue realizado sin una relectura del libro, según las propias palabras del director, “únicamente con lo que recordábamos de la novela, lo que nos inspiró”.

Cada secuencia es una obra de arte lista para enmarcar. La impecable fotografía en blanco y negro nos revela el contraste de las emociones de Emilia, la protagonista de esta historia. La cámara sigilosa y a paso lento sabe perfectamente dónde ubicarse y deambula por la casa como si fuera un espíritu macabro presenciando los últimos días de Emilia. Ella es esposa de Javier, madre de Isabel y amante de Nicolás, toda su identidad va de la mano de alguien más. Sus cuarenta y pico años le pesan y carga la ropa para lavar en un balde como si cargara una cruz que no la deja avanzar. Además de ser abandonada por su amante tiene problemas financieros, como si no bastara el hastío, la monotonía y la inestabilidad con la que convive esta mujer. Su marido es un hombre trabajador y conformista, su hija una chica de diez años que sabe cómo llenarla de reproches porque cree que carece de instinto maternal.

Es interesante la ambivalencia que plantea la película, por un lado el vacío y la falta de sentido y por el otro una existencia repleta de un único y enfermizo motivo: Nicolás, un saxofonista cubano que vive en una pequeña habitación en la terraza del mismo edificio. ¿Una relación patológica o demasiado amor para soportar?

Toda la película transcurre en un edificio, recorremos sus pasillos, la entrada principal, la terraza y el estrecho departamento de Emilia, angosto no por sus metros sino por el encierro que significa para ella. El desorden y la desidia de su hogar van de la mano de la anarquía mental que la desborda. Un melodrama en su máxima expresión, teñido de un aire teatral y trágico.

Ripstein arrasa como un viento a cien kilómetros por hora y nos deja despojados, aunque con una gran pregunta en mente: ¿cuál es el maldito sentido de todo? La cultura marca un camino a seguir pero esta mujer no puede ni siquiera pararse sobre sus propios pies y mucho menos caminar hacia adelante. Entonces la muerte parece ser la única salida posible.

Esta es una película no apta para miradas color de rosa y mucho menos para pasar de manera liviana dos horas de sus vidas, están advertidos. Esta película es para quienes no tienen aprensión de ver reflejada en una pantalla las miserias humanas, aunque no hace falta ir al cine para eso.

Como dice Pascal, reflexión que abre la película y cierra este texto: “el corazón tiene razones, que la razón no entiende”.