Las playas de Agnès

Crítica de Carlos Herrera - El rincón del cinéfilo

La singular vida de una vanguardista narrada por ella misma

Agnés Varda, presenta un nuevo documental desarrollado en el lenguaje de la Nouvelle Vague, corriente cinematográfica de la que ella es considerada referente. Sin embargo su estilo es particular y sus temáticas también lo son. Esta vez el tema es su propia vida profesional al cumplir 80 años de edad y 56 como cineasta.

En los primeros minutos de esta obra, la impronta de Varda ya es evidente, a las largas secuencias estáticas (características de la Nouvelle Vague) ella le agrega la belleza visual, con colores casi saturados y “un toque” de movimiento de mar y viento, y el agregado de una música creada por Joana Bruzdowicz que más que incidental es inductiva, como lo fueron las composiciones de Wolfang A Mozart que la realizadora utilizó cuando filmó “La Felicidad” (1964).

Y precisamente de esa obra y de algunas otras de las realizaciones de su autoría (justo término para esta corriente cinematográfica francesa) se ven fragmentos en esta autobiografía. También se ven varias escenas de los trabajos de Jacques Demy, importantísimo cineasta francés del que Agnés Varda es viuda y en este documental, que data de 2008, revela sorpresivamente cuál fue la causa de la muerte de su marido, terminando de esta manera con las especulaciones que la prensa amarilla mundial hizo durante 18 años.

Desfilan por la pantalla fragmentos de trabajos realizados por Catherine Deneuve, Philipe Noiret, Jane Birkin, Gerard Depardieu, Jean-Claude Druot y hasta Mathieu Demy, su hijo, todos bajo las órdenes tanto de Varda como de Jacques Demy.

En la primera mitad de esta realización conocemos a las personas que la rodearon en su infancia, y también a quienes rodean en la actualidad a su autora, y a partir de la segunda parte nos interiorizamos de la manera que ella y su marido filmaban, triunfaban, ganaban premios y también fracasaban...Pero ella no menciona en ningún momento que las estadísticas de la cinematografía francesa indican que sus fracasos siempre fueron más de crítica que de número de espectadores convocados.

Este documental, de excelente ritmo y amenidad, pareciera especialmente hecho para cinéfilos que encontrarán elementos para reconsiderar la trayectoria cinematográfica de ésta realizadora, y quizá para que los críticos argentinas puedan revaluarla.

Calificación: Muy buena. (Carlos Herrera).

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Información complementaria

Agnès Varda y la Nouvelle Vague

La Nouvelle Vague (Nueva Ola), corriente cinematográfica francesa, surge cuando en la segunda mitad de la década de los 50´ algunos críticos de la revista “Cahiers du cinema” quienes también habían trabajado como guionistas, impulsados por su director André Bazin, y por los bajos costos de filmación en las nuevas (para ese entonces) cámaras Super8 se convierten en cineastas. Esta corriente de cine se impone cuando en el Festival de Cannes de 1959 Truffaut y Resnais obtienen los máximos galardones de la Muestra.

Las características del lenguaje de estos realizadores son el blanco y negro, los colores saturados, los planos estáticos y temáticas referidas a lo que lo sucede a los personajes en la vida cotidiana sin llegar a profundizar en el pasado de los mismos, por eso los personajes pueden ser tanto feos y desgarbados como Philippe Noiret, Jean Paul Belmodo, Anouk Aimeé o Jeane Moreau, o casi artificialmente lindos como Catherine Deneuve y su hermana Francoise Dorleac o el carismático Alain Delon.

Agnés Varda está considerada como la precursora de esta corriente porque su primer largometraje “La pointe courte” de 1954 (no estrenado en la Argentina) ya contiene elementos estilistas que luego fueron usados por los popes de la Nouvelle como Godard, Truffaut, Resnais, Jacques Demy, y posteriormente por, entre otros, Roger Vadim, para mostrar que fuera de la trama principal también ocurrían pequeñísimas cosas sobre las que había que detenerse por formar parte de la vida y del mundo. Los realizadores sumados a este movimiento tenían ideas políticas cercanas a la izquierda y Varda lo evidencia con plenitud en “Sin techo ni ley” (1985), al contar la vida cotidiana de una mujer que vive en las calles parisinas, y por esa obra fue premiada con el Leon de Oro en el Festival de Cine de Venecia. Agnés Varda es autora de ficciones, documentales y documentales ficcionados que suman 48 realizaciones cinematográficas, pero a la Argentina han llegado muy pocas de ellas. “Cleo de 5 a 7” (1962) movilizó a los cinéfilos intelectualoides argentinos que se reunían en el café La Paz y esos buenos comentarios sumados a la visita del protagonista, posibilitaron poco después el rotundo éxito de “La felicidad” (1967) cuando se estrenó en Buenos Aires, y fue el punto de partida para que el público en general tomara en cuenta a esta realizadora francesa y los críticos dejaran rápidamente de preguntarse “esta película ¿qué me quiso decir?” , para detenerse a observar que la vida no sólo pasa por el protagonismo.

Agnés, mujer enamorada, realizó “Jacquot de Nantes” (1991), “Les demoiselles on eur 25 ans” (1993), y “L´Universe de Jacques Demy” (1993) para rescatar el legado de Jacques Demy, que había fallecido en 1990.

Demy es considerado uno de los más importantes realizadores franceses. Aunque integrante de la Nouvelle Vague, también supo combinar lenguajes y disciplinas para innovar continuamente, así fue como obtuvo la Palma de Oro en el Festival de Cannes y un gran éxito internacional con “Los paraguas de Cherburgo” (1964), donde conserva el lenguaje de la Nouvelle, como los largos planos de caminatas, y en contraposición a la misma el color supersaturado para incorporar los diálogos cantados y la música (de Michel Legrand) como inductora. A este recurso, cantar los diálogos, lo repitió en “Une chambre en ville” (1985), que no ha sido estrenada en la Argentina.

En la filmografía de Jacques Demy hay una característica, los personajes de una obra suelen aparecer en otra, sin que la historia que arrastran sea una secuela ni tampoco incida en la trama posterior.