Las olas

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Un hombre de unos cuarenta años es retado por sus papas, o se encuentra con sus novias, o tiene su primera borrachera de la niñez que se transforma en adolescencia.
Ese hombre, el protagonista del filme, el notable actor uruguayo Alfonso Tort, se ve en el pasado, vive, apresa los inasibles hilos de una emotiva memoria que salta al ritmo de una ola de nostalgia o vivencias escondidas, que navegan con los libros de la colección Robin Hood. La misma que lo acerca a “La isla misteriosa”, “La vuelta al mundo en 80 días” o “Viaje al centro de la tierra”. Con Stevenson, Emilio Salgari y sobre todo Julio Verne. Lo que le ocurre al protagonista cada vez que sale del agua, es que transita, sin cambiar su aspecto físico, siempre en malla, amores, fantasías, o lo que queda de los verdaderos recuerdos que se transforman en nuestra cabeza con el paso del tiempo. Se trata de un recurso ideado por el director y guionista Adrián Biniez, que le permite jugar con lo que habita la cabeza del protagonista, un rompecabezas que muestra sus piezas sin orden cronológico, para que el espectador acompañe encantado a ese ser que viaja con la materia de los sueños y las experiencias. Por momentos un real aprendizaje amoroso masculino, poblado de desconciertos, éxitos y fracasos, los primeros amores, los dolorosos fracaso de adulto. Todo mezclado como el bagaje que nos acompaña y nos define. El director recure a carteles con títulos de famosas novelas dedicadas a la niñez y juventud, algunos recursos de comedias de antaño, animaciones. Pero el verdadero efecto de extrañeza, del protagonista siempre adulto en situaciones de otro tiempo, es el más feliz de los hallazgos y encuentra en el protagonista a un notable intérprete que siempre estuvo en la cabeza del realizador mientras redondeaba el proyecto. El resultado es un film notable, lejos del naturalismo, aunque se disfraza en muchos momentos de él, y se interna sin miedos y con mano segura en un pasado fluctuante, que asoma caprichoso para sorprendernos a cada paso. Lleno de detalles bien pensados, con la emotividad a flor de piel, para ver con una permanente sonrisa en el rostro. No se la pierda.