Las nuevas aventuras de Caperucita Roja

Crítica de Marcelo Zapata - Ámbito Financiero

Perrault y Miami Vice: fórmula repetida

La primera parte de esta versión paródica del clásico de Perrault tuvo su gracia y sorpresas. Concebida por una parte del equipo de producción de «Shrek» (ambos films parten de una misma idea, la puesta al día humorística del cánon de la literatura infantil occidental), aquella Caperucita Roja estaba relatada como si se tratara de un capítulo de «Miami Vice» o «La ley y el orden», donde los personajes no respondían, desde luego, a sus carecterísticas originales, el Lobo no era un villano, la Abuela colaboraba con la policía patrullando una moto como si fuera Sly Stallone, y la protagonista era una heroína moderna llamada «Roja» a secas.

Esta secuela, no demasiado necesaria, está unos cuantos escalones por debajo de la primera parte. Más allá de que ya no exista el factor sorpresa y que todos los recursos paródicos hayan sido suficientemente explotados anteriormente, tampoco parece capaz de cautivar demasiado a todo aquel público que la descubra recién ahora.

Más allá de que los chistes verbales y físicos no tienen el punch de entonces, el mayor pecado de esta secuela es la falta de una línea clara de relato y la pérdida del eje de la parodia. Shrek no perdía nunca de vista a sus protagonistas, por lo cual podía añadir secundarios con sus propias subtramas; acá la protagonista pasa a un segundo plano, se suman otros personajes de aquel canon como HTMnsel y Gretel y la Bruja Malvada, y llega un punto que el libro parece no tener idea por dónde está transitando.

Tanto ocurre eso, que la abundancia de escenas de acción y espectaculares parecen no concebidas solamente para darle relevancia al 3D, sino sobre todo para tapar los huecos propios de una narración que debe estirarse demasiado para alcanzar la requerida hora y media. En su original, las voces de Glenn Close, Joan Cusack y otros famosos de Hollywood le daban un atractivo, para el público norteamericano, que acá tampoco existe. Lo que sí existe es una abundancia de modismos mexicanos, además del acento con el que hablan los personajes, que desconcertará a más de un chico.