Las mujeres del 6° piso

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Un burgués gentil

El realizador francés Philippe Le Guay escribe y dirige esta comedia insulsa ambientada en la Francia de los años 60, época en que muchas mujeres españolas debían huir a la ciudad luz tras los estragos del franquismo para trabajar como mucamas de las clases adineradas francesas.

La historia gira en torno a la familia Joubert, quienes contratan a María Gonzalez (Natalia Verbeke) para que se haga cargo de los quehaceres domésticos en un piso amplio y lujoso donde quien lleva la voz cantante es Madame Joubert (Sandrine Kiberlain), una avinagrada y aburrida mujer que juega al bridge con sus amigas. Concepción Ramirez (Carmen Maura), tía de María, trabaja junto con otras mujeres españolas -de variada edad- para diferentes familias burguesas y comparten el sexto piso del edificio, donde cuentan con un cuarto diminuto y baño compartido. Pero pese a esos problemas, siempre sacan una sonrisa de la galera.

Su suerte cambia a partir de que Jean-Louis Joubert (Fabrice Luchini), patrón de María, comienza a descubrir el mundo de las mucamas; interiorizarse sobre sus problemas cotidianos –muchos más interesantes que los problemas financieros- y a valorar su pequeña cuota de libertad al no depender más que de ellas mismas, mientras empieza a ver a María como una mujer valiente y hermosa de la que no tardará en enamorarse.

Un cambio de conciencia tan radical pone en riesgo su estabilidad matrimonial pero abre las chances a una nueva vida mucho más afín con lo que realmente desea y lo hace feliz.

Así las cosas, más allá de las diferencias de clase y los roles de patrón y empleadas que se ven trastocados, Las mucamas del sexto piso se concentra en la anécdota más que en el trasfondo bajo un registro de comedia liviana que busca explotar la frescura de un elenco de figuras españolas como Lola Dueñas en un rol de mucama comunista; la fotogénica Natalia Verbeke y la experimentada Carmen Maura para ofrecer un relato pasatista y ameno, aunque sin demasiadas ideas, con personajes muy poco desarrollados en constante coqueteo con estereotipos amigables.

Si bien la idea de idealizar a los personajes obedece a desdramatizar una historia cuyo contexto no es otro que el del exilio obligado, resulta algo extraño que el director francés lo haya hecho con tanta liviandad y que termine circunscribiendo toda la película a una historia de amor entre un burgués gentil y una empleada doméstica hermosa y sensible.