Las lindas

Crítica de Javier Mattio - La Voz del Interior

Convertirse en mujeres frente a cámara

Las lindas aborda los entresijos tragicómicos de ser mujer en el nuevo siglo y en una clase social y geográfica definidas, a partir de un registro íntimo. Es el debut de Melisa Liebenthal.

Filmar implica desde el primer momento un amoldamiento o un desplazamiento, bifurcación formal e ideológica que en Las lindas de Melisa Liebenthal incluye también el posicionamiento subjetivo frente al mandato de ser mujer. Más específicamente, al de ser mujer en el nuevo siglo y en el recorte sociológico de la clase media porteña, ya que tanto la directora como sus compinches protagonistas no llegan a los 30 años y asumen modismos del lenguaje y marcas del imaginario generacional definidos. Para Liebenthal de todos modos ese conflicto es un estigma más profundo y personal, ya que debe enfrentarse a diario al equívoco de ser confundida con un hombre por su corte de pelo y voz gruesa. Ella es la freak del grupo, la más peleada contra la idea de lo femenino, la que filma.

Las lindas transita así un doble juego de reflejo colectivo y caracterización individual (las tres amigas son entrevistadas en primer plano frente a la cámara despierta y detallista de Liebenthal e impelidas al escrutinio de inefables fotos de infancia compartida); y de narración convencional e intrepidez experimental (el filme se compone de grabaciones caseras, insertos televisivos, voz en off y registros actuales).

Entre la sobreexposición audiovisual de Tarnation, el retrato de clase arty de Gastón Solnicki y el desenfado catártico de Lena Dunham, Las lindas es mejor mientras más lejos de los esquemas se va, mientras menos maquillaje se pone, cuando menos “linda” se ve. Las mutaciones inevitables por el paso del tiempo, la poesía domésticamente extraterrestre de algunas cintas viejas, la incomodidad sincera e inquisitiva que transmite la voz de Liebenthal en algunos tramos son el valor singular de Las lindas, los destellos arrebatados a convenciones y códigos modernos que también han sabido absorber la rebeldía y la rareza.