Las horas más oscuras

Crítica de Leandro Porcelli - Cuatro Bastardos

Las Horas Más Oscuras: La victoria de estar en guerra.
Para los amantes de la historia, la actuación, el maquillaje, el cine y por supuesto Gary Oldman, llega un drama bélico sobre los momentos más importantes de la vida de uno de los políticos más emblemáticos de los últimos tiempos.
Lo nuevo del director Joe Wright (Orgullo y Prejuicio, Atonement, Hanna, Anna Karenina) llegó golpeando fuerte, obteniendo 6 nominaciones a los Oscars y 9 en los BAFTA. Aunque por supuesto la trayectoria de su director, así como su labor en el film, se ven opacados por una figura que resulto tan emblemática como la persona a quién interpreta: Gary Oldman como Winston Churchill continua recibiendo los aplausos boquiabiertos de audiencias alrededor del globo conforme la película va estrenándose en distintos territorios. La cinta tiene todos los ingredientes para evitar ser simplemente una herramienta para que Oldman se lleve un Oscar.
Las fuerzas Nazis avanzan por Europa, y el primer ministro inglés es obligado a dejar su cargo por carecer de mano dura. El único candidato que parece tener el apoyo suficiente de ambos partidos es el primer ministro que nadie quería tener: Winston Churchill es resistido por todos, incluyendo el rey, pero caerá en él la responsabilidad de decidir el destino de Inglaterra, mientras Europa va cayendo rendida ante Hitler. Un relato extremadamente inglés, no solo por el obvio carácter histórico, sino que presenta un orgullo británico similar a cualquier cinta Hollywoodense con banderas flameando, fuegos artificiales y rubias en bikini provocando explosiones varias. Los ojos de la historia, de sus contemporáneos y de la audiencia están en una sola persona: Winston Churchill.
Para hablar de Churchill, hay cosas que atender antes de adentrarnos en Oldman, puntualmente la increíble labor de efectos y maquillaje. Antes de ver la película uno pudo escuchar que “Oldman parece otra persona” pero lo que no esperaba es que fuese en todo sentido una persona tan real, con su cuerpo, cara y gestos sumados a la impronta inigualable del actor. Uno se permite perderse en el personaje gracias a un trabajo impecable y superador por parte de (entre otros) el nominado al Oscar en tres ocasiones Katzuhiro Tsuji. No es ninguna sorpresa que el artista de maquillaje y efectos especiales detrás de El Grinch, Benjamin Button, Hombres de Negro, Click, Norbit y varios trabajos de Guillermo del Toro este detrás de esta fantástica labor, y hasta amerita una valida discusión para ver si el maquillaje o la actuación terminan ganando el primer lugar en esta carrera por revivir a Churchill. La actuación de Gary Oldman es descomunal, sentida y gigantesca aunque con detalles y varios matices, pero todo eso logra brillar aún más gracias a la gran labor no solo de Tsuji y su equipo, sino también de la excelente dirección de Wright.
En alguna entrevista, ya hace unos años, el director británico declaró sin problemas que “no tiene miedo a admitir que le gusta hacerse notar con su dirección“, yendo en contra de muchos cineastas o escuelas de dirección que insisten en que el trabajo de cámara y del director deben pasar desapercibidos y perderse en la historia. Más allá de opiniones sobre el concepto de dirección en general, la realidad es que Darkest Hour esta llena de momentos en los que la dirección y los movimientos de cámara trascienden ser un simple medio y se vuelven el fin de increíbles secuencias que no hacen más que elevar la experiencia. Aunque su estilo no viene sin pequeñas contras, puntualmente en este caso tendremos que disculpar que la cámara imbuya de épica algunos momentos banales como si de los posteriores eventos de gran importancia se tratara, casi como una dirección indiscriminada en donde no importa de que se trate, se intenta mostrar con la mayor espectacularidad posible. No llega a hacer “la gran Michael Bay” de tratar cualquier conversación como si fuese Indiana Jones escapando de las trampas de una tumba milenaria, pero (particularmente en el comienzo de la cinta) visita por breves instantes ese territorio tan particular.
El resto de las actuaciones están en un gran nivel, sin necesidad de destacar a nadie podemos hablar no solo de muy buenas interpretaciones, sino de actores que calzan a la perfección interpretando figuras reales y aún así tienen lugar suficiente para entregar momentos tan sentidos como (a falta de un término más apto) Hollywoodenses. Por su parte, el guion debe tener su crédito por encadenar en su estructura a todos estos personajes y ordenar los eventos históricos para obtener un drama tan cinematográfico como la realización merece. Aunque tiene sus problemas, puntualmente un mal que suele afectar a este tipo de películas basada en personajes reales: hasta la mitad del film la introducción de personajes y el desarrollo de conflictos fluye de gran manera combinando la ficción con la vida real pero llega un punto en el que la historia termina comiéndose al drama. Una vez los protagonistas están en su lugar en la mesa, la película se vuelve una secuencia de hechos y eventos como estuviese chequeando una lista para ver si esta todo en orden para los desenlaces, culminando en una escena melodramática con los Oscars en la cabeza. Desde esa escena continuamos con las resoluciones finales y una vez más el “cómo” vuelve a importar tanto como el “qué”.
Aunque la inmensa actuación de Gary Oldman podría comerse cualquier película, Las Horas Más Oscuras es mucho más que un film cualquiera. Repleta de grandes actuaciones, destacándose por el gran trabajo de efectos y fotografía, es un retrato de un importante momento en la historia mundial visto tras el lente de un excelente director y con un orgulloso espíritu británico. Recomendable aún cuando uno no tiene ningún interés en la historia de la Segunda Guerra Mundial.