Las furias

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Si el cine de género viene creciendo a ritmo sostenido durante los últimos años en la Argentina, Tamae Garateguy es una de las directoras que encabezan esa búsqueda. Codirectora de las notables comedias UPA! y UPA! 2, en solitario se volcó al terror, el thriller y lo fantástico, con películas como Mujer lobo o Hasta que me desates. Las furias tal vez sea su proyecto más ambicioso hasta el momento: filmada en escenarios naturales en Mendoza, aquí el western gauchesco se cruza con el cine fantástico y la tragedia, con el terror.

Como un Romeo y Julieta a la criolla, ésta es la historia del amor prohibido entre Lourdes, la hija del terrateniente de la zona, con Leónidas, perteneciente a una familia indígena. Pero en este caso, a la rivalidad entre los clanes -en otro capítulo del ancestral enfrentamiento entre blancos e indios, el padre de Lourdes quiere apropiarse de las tierras donde viven los aborígenes- se suman conflictos intrafamiliares. Leónidas y Lourdes se conocen en las peores circunstancias, cuando los dos están huyendo de situaciones de sometimiento en sus hogares.

La narración transcurre en dos planos temporales. Convertidos en dos personajes de una aventura posapocalíptica al estilo Mad Max, en el presente Lourdes y Leónidas escapan a bordo de una camioneta por el desierto, perseguidos por matones mandados por el padre de ella. Constantemente se intercalan episodios del pasado, donde vemos cómo llegaron a esta situación límite.

Desde las primeras escenas, donde hay una decapitación, Garateguy no nos ahorra ni una pizca de la violencia más explícita para contar esta fábula -basada en una idea de la pareja protagónica, Guadalupe Docampo y Nicolás Goldschmidt- que también incluye abusos sexuales, magia negra, tiros y cuchillazos.

Las furias es un arriesgado intento por traer a estas pampas el espíritu de Sam Peckinpah y, lógicamente, las distancias para salvar son grandes. Pero, aunque no esté siempre bien actuada y de a ratos camine por la cornisa de lo bizarro, esta sangrienta apuesta termina rindiendo sus frutos.