Las furias

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Sobre una idea de los mismos protagonistas de la película (Guadalupe Docampo y Nicolás Goldsmith), “Las Furias” nos cuenta la historia de Leónidas, joven indígena destinado a ser el líder de su comunidad, quien se enamora de Lourdes, la hija del terrateniente blanco del pueblo. Luego de ser separados cruelmente por sus familias, se reencuentran para emprender una sangrienta venganza y descubren que los une un profundo sentimiento y un secreto, que el espectador deberá descubrir.

Este esquema argumental, con marcada reminiscencia shakesperiana, nos sitúa en un drama que exhibe las tensiones de poder que existen en la comunidad de un pequeño poblado. Filmada en locaciones mendocinas y dirigida por Tamae Garateguy, “Las Furias” opone valores e idiosincrasias de vida en ciudad versus vida rural. La directora del reciente documental “50 Chuseok” posa su mirada sobre los hombres poderosos que quieren apropiarse de tierras y también de personas. Sin miramientos, éstos villanos buscan imponerse sobre otras culturas, y dicho prototipo está encarnado en el avasallante y sombrío personaje que interpreta Daniel Aráoz, actor de primer nivel que potencia un elenco compuesto por otro nombre relevante como el de Juan Palomino.

La directora prefigura cierto tipo de inquietudes narrativas que remiten a una estructura de amor clásica y también al género del western. La paleta de colores utilizada ofrece un interesante trabajo fotográfico, prefiriendo una puesta con sombras marcadas y personajes a contraluz, como todo buen aprendiz western. La presencia de la lluvia potencia climas que contrastan con las sombras duras y el sol intenso que visten a este tipo de relatos. La fuerza natural se concibe como un personaje más, que plasma la atmósfera de este drama que orbita alrededor de la traición de la sangre.