Las fiestas

Crítica de Juan Erbiti - Clarín

La historia de la película Las fiestas abreva en las tradicionales celebraciones que se producen en Año Nuevo. Estas fechas, punto de encuentro de la mayoría de las familias, son esas ocasiones anuales en las que salen a relucir los pases de factura acumulados durante mucho tiempo.

En la trama, María Paz (Cecilia Roth) es la mujer que atraviesa una madurez espléndida, aunque debido a una salud endeble, acaba de atravesar una experiencia cercana a la muerte. Al ser dada de alta, luego de una larga internación, intenta rehacer la relación conflictiva que tiene con sus tres hijos y los invita a pasar unos días junto a ella, en su quinta.

Así, Sergio (Daniel Hendler), el mayor, quien en apariencia busca ser condescendiente con la atención de su madre; Luz (Dolores Fonzi), la hija rebelde y cuestionadora y finalmente su hija trans Maly (Ezequiel Díaz), se trasladan al apacible campo donde todo parece fluir de la mejor manera.

Pero, por circunstancias y resentimientos que anidan en el pasado y no están del todo explícitos, pronto advertirán cómo la personalidad materna intenta volver a tomar el control.

Madre competitiva
La protagonista prácticamente delegó en su amiga Muñeca (Maitina De Marco), la crianza de sus vástagos. Es una madre buena y comprensiva, pero no ante los ojos de su estirpe. El principal problema radica en que quiere vivir al ritmo de su descendencia y compite con ellos constantemente, dejando en claro que existe una manipulación muy etérea.

Por fortuna, el tono buscado desde la dirección es la sutileza. Esta matrona nunca eleva la voz, ni cae en el dramatismo del llanto. Por el contrario, maneja los hilos de la cotidianeidad, de una forma apenas perceptible.

Las relaciones de sus retoños tampoco son un ejemplo de virtudes. Sergio atraviesa una crisis matrimonial al descubrir que su esposa podría estar engañándolo con otro hombre. Luz está separada del padre de su hija Carlita, tiene dificultades para mantener un vínculo estable y deposita en algún encuentro transitorio, como con el hijo del jardinero, la esperanza de obtener un momento placentero.

A su vez, Maly, trabaja como mesera, soporta el maltrato de los clientes y hasta debe sortear las burlas que recibe cuando algún desubicado le grita barbaridades en la calle. Es como si ninguno de los miembros del terceto estuviera preparado para afrontar la vida tal como es, con circunstancias positivas y negativas.

El guion, escrito por el propio director Ignacio Rogers, junto a los actores Julieta Zylberberg, Esteban Lamothe, Ezequiel Díaz y el dramaturgo Alberto Rojas Apel, fluye de manera natural, sin bajar línea ni pontificar sobre cómo deberían funcionar las relaciones familiares.

Por el contrario, presenta las situaciones de una manera tan espontánea que funciona como si instaláramos una cámara dentro de cualquier hogar de una familia contemporánea.

Para destacar, la entrega absoluta de Roth, una especie de otoñal imagen salida de una pintura campestre, la espontánea rebeldía de Fonzi, la presencia de Hendler y el compromiso actoral de Díaz, en un rol exigente.