Las facultades

Crítica de María Bertoni - Espectadores

A priori resulta poco tentadora la invitación a ver un documental que se titula Las facultades, y que gira en torno a exámenes finales tomados en universidades públicas argentinas, concretamente en aquéllas ubicadas en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Sin embargo, la opera prima de Eloísa Solaas resulta cautivante, fundamentalmente porque echa luz sobre un fenómeno a simple vista intangible, que Platón describió tantos siglos atrás: cuando adquieren conocimiento, las almas recuerdan eso que sabían mientras frecuentaban el mundo de las ideas, pero olvidaron cuando descendieron al mundo sensible para habitar cuerpos.

Aquella famosa reminiscencia –especie de resplandor que rescata de la oscuridad– queda plasmada en esta película que la realizadora porteña filmó a principios de 2015, tras haber convocado a estudiantes universitarios dispuestos a protagonizar ante cámara situaciones de estudio y de examen oral determinante para la aprobación de alguna materia. Los alumnos seleccionados cursaban Medicina, Derecho, Imagen y Diseño, Economía, Agronomía, Arquitectura, Filosofía, Física, Música. Entre ellos, uno empezó a hacerlo mientras cumplía condena en una cárcel bonaerense, y –elección curiosa– otra es la actriz y directora de Familia sumergida, María Alché.

Solaas ubica cámara y micrófono en la posición justa para capturar gestos y tonos de voz de los alumnos en las distintas instancias que conforman el proceso de evaluación: preparación de la materia, presentación del examen, espera del resultado o nota. Por la perspectiva elegida, los docentes aparecen en un segundo plano y en general intervienen poco (aunque lo suficiente para recordar el rol entre orientador y disciplinador que ejercen).

Además de conductas típicas, la realizadora captura la apropiación de conocimiento cuando eso ocurre, el empoderamiento que esta asimilación provoca, la satisfacción de saberse nutrido y enriquecido. Acaso el material filmado en la cárcel (el diálogo entre dos estudiantes y el final que rinde uno de ellos) es el más ilustrativo en este sentido liberador. Y no parece casual que la realizadora acompañe a este muchacho cuando abandona la prisión y lo muestre asistiendo a una clase de Economía en el aula de una facultad.

El caso del alumno preso remite a Paulo Freire y a la oposición que el pedagogo brasileño estableció entre la educación liberadora y aquélla bancaria. El registro del examen final en el ámbito carcelario constituye el summum de una ópera prima cuyo primer corte se tituló Finales y ganó en 2017 el Premio a la Mejor Película Latinoamericana en Desarrollo en el 21º Festival Internacional de Documentales de Santiago.

Dos años después, la versión acabada de aquel trabajo participó de la competencia argentina de largometrajes del 21º BAFICI, bajo el nombre Las facultades. En este marco, Solaas obtuvo el premio al Mejor Director de esa categoría, y una mención especial por parte de la Sociedad Argentina de Editores Audiovisuales y la Asociación Argentina de Editores Audiovisuales.

El anuncio del estreno porteño anunciado para el primer jueves de julio de 2019 evoca el recuerdo de otros dos documentales nacionales que retratan a otras almas que recuperan conocimiento en establecimientos educativos públicos: La escuela contra el margen de Lisandro González Ursi y Diego Carabelli, y Mocha de Francisco Quiñones Cuartas y Rayan Hindi. Por lo visto, hoy en día nuestro cine hace más por la educación pública que nuestro Estado.