Las facultades

Crítica de Marcelo Cafferata - El Espectador Avezado

Eloisa Solaas presentó “LAS FACULTADES” en el último BAFICI y se alzó con el premio a la mejor dirección dentro de la Competencia Nacional con una mención especial de la Sociedad Argentina de Editores Audiovisuales.
Sumado a este premio, la trayectoria de la directora dentro de la industria cinematográfica más esa inquietante instancia de interpelar el ámbito académico dentro de diferentes Universidades Públicas, genera a priori un gran interés y muchas expectativas sobre este trabajo. Expectativas que el documental de Solaas cumple, efectivamente, pero con algunas parcialidades.
En algunos reportajes la directora ha contado que eligió filmar justamente exámenes de carreras que le eran desconocidas, pudiendo de esta forma no solamente abordar el proceso y la situación de rendir un examen oral dentro del ámbito universitario sino también transitar, ella misma, un camino de investigación y de abrir un camino en un ámbito y una situación donde no todos se prestan a ser filmados.
Si bien el documental lleva el título de “LAS FACULTADES”, podría llamarse “Los Estudiantes” o sencillamente “Los Exámenes” dado que Solaas se dedicará a lo largo de su recorrido, a presentar básicamente situaciones de alumnos de diferentes carreras frente a un examen oral.
Si bien existen algunos fragmentos que invitan a “espiar” el ritual de los estudiantes en la preparación previa a rendir un parcial o un final, la película focaliza casi en forma excluyente al momento del examen oral propiamente dicho.
En este sentido, todos los posibles disparadores que se presentarían en un entorno universitario, más específicamente el de las universidades públicas y más particularmente aún, cierto perfil de universidades que trabajan un proyecto inclusivo como pueden ser las universidades de conurbano bonaerense, invitaban a expandir la mirada y poder bucear en el mundo universitario en más de un sentido y sin atarse ceñidamente a un solo momento como es el de la evaluación que no deja de ser solamente una parte, una parcialidad dentro de todo el recorrido que una carrera universitaria propone.
Pero una vez apuntada la mirada certeramente al tema elegido, Solaas como directora, logra armar un caleidoscopio enteramente coral en donde los diversos alumnos elegidos, quienes son filmados en situación de examen, sin buscar que ninguno de ellos se transforme en un personaje destacado por sobre otro.
No es una película que busque identificación con los personajes ni despliegue personalidades carismáticas sino que elige construir a partir de la diversidad y mostrar, equilibradamente, desde estudiantes de derecho haciendo un role playing y simulando una defensa en tribunal oral, una estudiante de profesorado de biología a la que le cuesta identificar las partes de una flor, o un estudiante de medicina que tendrá que trabajar con los preparados cadavéricos o analizar las placas radiográficas o tomografías que el docente le presenta en el mismo momento.
Solaas despierta nuestro costado más voyeur, tratando de espiar este ámbito casi secreto, para muchos desconocido, íntimo y personalísimo como es el alumno frente al docente en una etapa evaluatoria, que de acuerdo a las teorías de educación más modernas, puede llegar a ser la etapa más importante del proceso de aprendizaje.
Los nervios del que trata de acordarse la respuesta que no logra construir, una estudiante de Cine que parece no “encontrarle la vuelta” al análisis de un mega clásico como “El Acorazado Potemkin”, otra de Filosofìa que no es nada más ni nada menos que la actriz y directora María Alché (actriz de “La niña Santa” y directora de “Familia Sumergida”) o un estudiante de Sociología dentro de la cárcel, son algunos de los protagonistas que se van sumando poco a poco a la propuesta de este documental.
Sin desmerecer esta investigación inquieta, observadora, detallista y que coloca siempre la cámara en el punto exacto que nos permite ingresar a ese territorio casi prohibido y más allá de la reflexión en la construcción del conocimiento que propone “LAS FACULTADES”, aparece el deseo, quizás sumamente personal, de que algunos otros temas que están tan presentes en la realidad de la educación pública universitaria en el aquí y ahora, también podrían haber estado presentes para intentar mostrar un abanico más amplio de las experiencias que se viven dentro de las Universidades en la actualidad.
Con alguna observación adicional del aspecto edilicio, el tenso compás de espera cuando los minutos se prolongan en el pasillo para ver con qué nota aparece firmada la libreta o las charlas previas en las aulas, el documental se va nutriendo de esos pequeños momentos y dialoga con otros trabajos en su género como pueden ser en el ámbito de los colegios secundarios “La escuela contra el margen”, “El cine va a la escuela” y otra mirada sobre la experiencia de intercambio vivencial y de aprendizaje o “Mocha” sobre una educación inclusiva en la diversidad.
Así como Cantet nos ha dejado entrar en sus aulas con “Entre los Muros”, Solaas hace lo propio con una aguda observación y una declaración de principios cuando en “LAS FACULTADES” nos invita a ingresar a ese mundo tan particular, único y para muchos jamás visitado que es el que se alberga en un aula, y mucho más particularmente cuando profesor y alumno siguen creciendo en la experiencia del aprendizaje compartido.