Las edades del amor

Crítica de Melody San Luis - Fancinema

Un recuento de lo más patético del amor

Giovanni Veronesi vuelve a la pantalla con la continuación de El manual del amor (tal su título original), film que toma un estilo bastante confuso, mezcla de romanticismo trillado y comedia de baja calidad. La película, a pesar de ser una tercera parte, se entiende por sí sola y parece no tener una continuidad estricta. Mantiene sí el estilo de las demás: consta de pequeñas historias que muestran típicas situaciones amorosas y cada una de las cuales está intervenida por una voz en off (en esta tercera parte se hace presente mediante una especie de hombre-Cupido -ya hablaré de eso más adelante-).
Las edades del amor está constituida por tres historias. Aunque todas ellas forman parte de una idea mayor (si es que se puede decir que existe una “idea mayor”) tienen diferente estilo. La primera mantiene la idea de género romántico. Contiene, de todas maneras, situaciones que la hacen ver cómica pero esto no se da de forma intencional sino que deriva de las grandes fallas narrativas y la sobreactuación. La segunda se enfoca mucho más en un estilo cómico: los actores son conscientes de que forman parte de un guión vacío de contenido y que su ejecución es de lo más precaria. El romanticismo, en este caso, hace que se desarrollen situaciones embarazosas. El protagonista se ridiculiza, supongo que para dar cuenta el grado de patetismo al que acceden las personas cuando se enamoran. La tercera historia se vuelca aún más sobre lo cómico: el protagonista (Robert De Niro) hasta aparece con una mirada risueña que da cuenta de un distanciamiento absoluto y de la conciencia de que se forma parte de una película poco seria. Varios de los actores secundarios de las tres historias comparten esta actitud. También se busca, como en la segunda, dejar en ridículo al protagonista exponiéndolo a situaciones incómodas o haciéndolos tomar actitudes discordantes con la edad y su personalidad.
En todo momento, la película hace dudar al espectador sobre sus objetivos. Esta oscilación constante entre lo cómico y lo romántico no permite entrar en ninguna con precisión. Lo más llamativo y, por sobre todo, lo más ridículo de todo lo que se presenta es la figura de la voz en off. Es un chico de aproximadamente 18 años que interviene las historias y las entrelaza exponiendo lecciones del amor. Estoy convencida que lo peor que le puede pasar a un actor es creer que actúa bien cuando está haciendo un papelón. Claramente, este es el problema de nuestro Cupido-narrador. A esto hay que sumarle un guión sobrepasado de clichés que convocan al tedio. Todo lo que se expone no es más que la suma de historias que estamos cansados de escuchar. Asimismo, la filosofía amorosa de este joven Cupido es de lo más superficial y toda ella está narrada con una actitud seria que hace que sea más ridícula aún la situación.
La elección de una imagen opaca, con colores pasteles, completan una obra que termina siendo graciosa sin quererlo. “El manual de amor” es un rejunte de todo el peor patetismo de las comedias románticas italianas.