Las crónicas del miedo

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

La unión no hizo la fuerza

Cinco historias de terror, unidas con una excusa, son contadas por varios realizadores con un resultado sumamente dispar.

Parece que ya casi no existen películas de terror donde no se recurra al efecto material encontrado y, ni qué hablar, que haya buenas ideas (hay excepciones como La cabaña del terror o la futura Mamá). En Las crónicas del miedo, promocionada como la película más aterradora del año, se recurre (en plena era digital) al simpático efecto vintage , a la moda también en el ambiente cinéfilo: rescatar videotapes hogareños -el título original es V/H/S- que, en miles de casos, sólo sirven para acumular tierra en alguna repisa, caja o biblioteca.

El argumento no es muy rebuscado: un grupo de jóvenes delincuentes deben ingresar, por encargo, a una vivienda para rescatar una extraña cinta de VCR, de la que jamás se explica el porqué. Arrancamos mal. Lo que no tenían en cuenta los maleantes era encontrar en la casa a un coleccionista de videos caseros (supuestamente) sin vida y enrollado en cintas de grabación. Mejoró. La curiosidad lleva a que uno de lo muchachos se siente en plena oscuridad -y frente a un cadáver (mmmm)- a revisar el contenido de las cintas en una videocasetera. Así se desarrollarán las cinco historias, grabadas por directores diferentes y el colectivo Radio Silence, que a su vez engloba las peripecias de los malvivientes dentro de la desolada vivienda cinéfila.

Y en esa casa está el repetido germen del “terror” bajo la simpática fórmula: oscuridad + luz de linterna alumbrando frenéticamente + agitación + primeros planos + apariciones (reales o ficticias) = intento de susto. ¿Ya se vio eso, no? Hay que reconocer que, por momentos, Las crónicas del miedo hace saltar de la butaca (atención a los niños fantasmas o la mutación de la mujer vampiro), pero la proyección difusa de un asesino en un bosque simil Depredador o una fiesta de Halloween que termina mal hace doler los ojos y oídos por el vuelo rasante tanto argumentativo como de efectos especiales: manos que salen de las paredes, ¡¡palomas en una casa!!, objetos levitando. El compendio de las cinco historias tiene un nivel de diálogo básicos y flotan “la” pregunta: ¿por qué cuando nos grabamos frente a las cámaras tenemos que actuar siempre como estúpidos?

La historia que más se destaca es la que recuerda a Actividad Paranormal IV por el factor inquietante de la videoconferencia y varias de las escenas en bosques fuerzan el efecto El proyecto Blair Witch, sin éxito. Vale rescatar que con estos proyectos salen a la luz directores que -en solitario- quizá jamás tendrían su oportunidad. Pero en este caso, la unión no hizo la fuerza.