Las crónicas del miedo

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Play, muerte y tedio

En la línea de falso documental y explotando el recurso de la antología, o la estructura episódica, para diversificar la propuesta y experimentar con distintos tópicos y estilos del género, Las crónicas del miedo (VHS) entrelaza cinco cortometrajes a cargo de directores familiarizados con el cine de horror y con distintos estilos, que se unen a partir de un relato donde una banda de ladrones que se dedica a filmar sus ataques o atracos para luego venderlos a un cliente es contratada para robar una cinta de video en una casa. Llegados allí, se encuentran con muchos videos y un muerto que los protege.

En base a la curiosidad y el morbo, con la clara complicidad del propio espectador, los protagonistas se disponen a echarle un vistazo a cada una de las cintas para encontrarse con filmaciones caseras espeluznantes, en las que no faltará truculencia, sangre, vísceras, y algún que otro elemento sobrenatural para que el menú del terror esté completamente servido.

Igual que sucede con los proyectos colectivos, este film no excede a la regla de la irregularidad y puede medirse con la vara a partir de la originalidad o no de las historias más que de cómo está planteado en la puesta en escena el mecanismo para asustar o perturbar. Tampoco puede dejarse de lado que como ocurre con el estilo del falso documental, una cantidad de situaciones cotidianas o escenas intrascendentes como por ejemplo el trillado personaje que cuenta a cámara banalidades o emite comentarios huecos, abundan y no aportan absolutamente nada más allá que la preparación para que se desate la pesadilla en el momento menos pensado.

Eso ocurre tanto en la primera historia Amateur Night, de David Bruckner, relectura sobre vampirismo que tiene la virtud de mantener durante su desarrollo la ambigüedad para encontrar un giro inesperado que involucra a un grupo de amigos con intenciones de llevarse a dos chicas de un boliche engañadas para drogarlas y filmar una película pornográfica amateur, pero que no se esperan que sus planes sufran algunas complicaciones con una de ellas.

El segundo cuento o relato no merece siquiera comentario, simplemente resaltar que es el peor de todos y el que menos se esmera por sorprender o aportar alguna idea creativa. Eso sí sucede precisamente en el homenaje a los psychokillers en el corto Tuesday the 17th, de Glenn McQuaid, que apela a la interesante interferencia en la propia película para dar entidad al asesino enmascarado y violento que acaba con un grupo de adolescentes en un bosque.

El cuarto relato The Strange Thing That Happened to Emily When She Was Younger, de Joe Swanberg, es quizás el más perturbador en cuanto a la idea en sí pero que se estanca al enfatizar el elemento de la presencia fantasmal en un departamento cuando en realidad daba para mucho más.

Pero el plato fuerte y verdaderamente horrorífico se sirve en bandeja de plata con 10/31/98, de Radio Silence. Aquí, con pocos recursos y explotando los interiores de una casa grande en la que un grupo decide festejar Halloween y se encuentra que el ático es en realidad un lugar para realizar rituales satánicos, liberan a los demonios y posesos con escenas realmente aterradoras e ingeniosas desde la puesta en escena, y con el pulso justo en el manejo frenético de la cámara y de la tensión dramática, así como de efectos visuales rudimentarios pero de gran eficacia y funcionalidad al relato.

En suma, Las crónicas del miedo procura condensar varias películas y homenajes en un solo producto exploitation que seguramente será bien recibido por fanáticos del género, respetado por nostálgicos y vapuleado por aquellos con ansias de más.