Las crónicas del miedo

Crítica de Carlos Schilling - La Voz del Interior

Terror de bajo costo

Cinco o seis historias al precio de una es una oferta seductora, pero como en toda liquidación, hay que resignarse a que algunos productos vengan fallados. Esta lógica de supermercado puede aplicarse a Las crónicas del miedo, cuyo título original, VHS, tiene al menos la honestidad de no postular una sensación obligatoria en una película de terror.
Se trata de una pequeña vuelta de tuerca en un formato conocido como "metraje encontrado" (tipo El proyecto de la bruja Blair, Rec o Actividad paranormal): un video casero que a su vez incluye otros cinco videos caseros. Mediante ese procedimiento, un grupo de jóvenes cineastas estadounidenses (10 en total) se las arregla para dirigir los distintos segmentos que componen la película.
El resultado podría ser una prueba terminante contra la creación colectiva si la creación individual no proporcionara una cantidad aún mayor de ejemplares adversos. Lo cierto es que salvo el último de los segmentos, todos los demás exhiben más defectos de lo que una supuesta filmación amateur justificaría.
La historia marco, la que engloba a las demás, es la de una banda de delincuentes menores que entran de noche a una casa a robar un VHS por el que recibirán una buena suma de dinero. La primera sorpresa desagradable: el viejo dueño de casa está muerto, tirado en un sillón, frente a varios monitores encendidos. Mientras se filman a sí mismos, los delincuentes se turnan frente a esos monitores para ver cuál de los tapes es el correcto. Así ven los otros videos.
El primero es una más desordenada que aterradora combinación de patoterismo sexual y vampirismo. El segundo narra un apacible viaje de novios que se vuelve aburrido mucho antes de convertirse en un complot sangriento. El tercero (el peor) calca el principio, el desarrollo y el final de una excursión adolescente a un lago maldito. La cuarta (la más original) reproduce una comunicación a través de Skype entre una chica asediada por un fantasma y su novio médico, pésimamente interpretado por un actor de bajo presupuesto o quizás por el conocido de alguien de la producción. El quinto (el mejor) cuenta el escalofriante episodio de un grupo de amigos que asiste a una fiesta de disfraces en una casa embrujada.
No deja de ser un detalle curioso que el cadáver del viejo dueño de casa desaparezca del sillón frente a los monitores justo antes del cuarto y quinto segmentos, como si enviara un mensaje cifrado a los espectadores para advertirles: resucito ahora que viene lo mejor.