Las chicas del 3º... un consorcio felíz

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Alguien golpea la puerta

El debut cinematográfico en la ficción de Maximiliano Pelossi apela a elementos de la comedia costumbrista, el sainete y el humor blanco, con un dejo de nostalgia por cierto tipo de cine de antaño, aunque con timing más aggiornado a estos tiempos.

Con Las chicas del tercero… no nos encontramos frente a una sitcom, pese a que el escenario en donde ocurren las acciones es un edificio de departamentos, ideal para una puesta en escena de estas características.

Cada copropietario es visitado por las hermanas Celia y Aída (Betiana Blum y Lucrecia Capello), encargadas de la administración y del cobro de las expensas, pretexto que utilizan para invadir puerta por puerta y fisgonear al mejor estilo, con una mirada un tanto prejuiciosa sobre las conductas de algunos de sus vecinos. La galería de personajes responde al típico arquetipo del costumbrismo: madre maltratada por su esposo con hijo pre adolescente que encuentra algún que otro alivio en la mirada y los brazos de un joven estudiante del interior, quien vive con su hermana y fuma marihuana; una ex profesora de piano que en realidad ejerce la prostitución por las noches; una inquilina Búlgara que también sale a trabajar por las noches y sobre la que pesa la misma sospecha; un hombre misterioso que recibe paquetes y cuya hosquedad hacia las ancianas es manifiesta, y para terminar el portero con deudas de juego.

El eje por el que avanza el relato se sostiene desde la dialéctica del equívoco o la idea de las apariencias que engañan para encontrar el mismo punto de vista sesgado y repartido entre Celia y Aída, en paralelo a la relación a veces simbiótica y otras parasitaria de ambas, ocupando Celia el rol de la solterona y Aída el de la viuda. Ambas se disponen a abandonar el edificio para ir a Canadá con una de las hijas de Aída pero, entre los preparativos de la mudanza, ocurre un hecho -que por motivos lógicos no se revelará aquí- que podría llegar a modificar el rumbo de ellas y precipitar algunos acontecimientos.

Como comedia blanca, Las chicas del tercero… entretiene aunque los desniveles en las actuaciones entre las protagonistas y los personajes secundarios es notorio y ese defecto por momentos repercute en el fluir de la trama. Con algunos diálogos forzados en contraste con escenas donde el drama o la nostalgia nacen de manera espontánea, gracias al profesionalismo de Betiana Blum y Lucrecia Capello, a quienes no les resulta nada difícil apropiarse de sus personajes y hacerlos queribles