Las chicas de la banda

Crítica de Ximena Brennan - EscribiendoCine

Relato sobre la tercera edad

Un poco de drama y otro poco de comedia, así es Las chicas de la banda (Meisjes, 2009) de Geoffrey Enthoven, que no precisamente se centra en la historia de un grupo musical conformado por mujeres, sino que va construyendo la historia de los vínculos familiares y pérdida de los seres queridos, con evidentes reminiscencias a El Hijo de la Novia (2001) de Juan José Campanella.

Este es el relato de Claire (Marilou Mermans), una mujer (ya no digamos “anciana”), de 70 años que tras perder a su marido en un accidente de auto tiene más ganas de vivir que cualquier persona que atraviesa por la misma situación. Esa pérdida la lleva a querer revivir los momentos más agradables de su vida, que son remontar la tan querida banda de rock que formaba con sus amigas y así, de paso, “amigarse” con su hijo menor.

No es casual que Meisjes signifique “niñas” y que el director haya escogido ese nombre para darle vida a las mayores instigadoras del quiebre en la película y a la reivindicación de la juventud ya no física, sino mental y espiritual que lleva a estas mujeres a querer revivir aquella banda tan mítica para ellas y, por sobre todas las cosas, volver a esa época dorada que fue la adolescencia.

Cuando el agobio y la intranquilidad de toda la cuestión se adueñan de Claire, aparece Sid (Jan Van Looveren) su incomprendido hijo músico y disc-jockey con quien casi no se habla ni se ve pero que resulta ser el compañero ideal para volver a revivir el espíritu de las jóvenes rockeras de antaño.

Sin embargo, no todo vuelve a ser felicidad para esta mujer. Al mejor estilo El Hijo de la Novia, Enthoven decide introducir elementos lacrimógenos al film que le imprimen algunas reflexiones sobre la vejez, la involución de la salud y la lamentable pérdida de la lucidez.

Una buena banda sonora acompaña las sobresalientes actuaciones e incrementa cada vez más el interés por parte del espectador. Un film correcto, emotivo en los momentos justos y con toques de comedia en las escenas que lo amerita. Un buen relato sobre la tercera edad, un impecable trabajo de guión y un cierre colosal.