Las buenas intenciones

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Hay películas que funcionan como fotografías o, mejor, como videos familiares. Es el caso de “Las buenas intenciones”, un pantallazo a la realidad propia sin descuidar el entorno de la época. Es un flashback por el derrotero de Amanda, una nena que va contando en primera persona cómo es su vida familiar con sus papás separados. Mamá (Jazmín Stuart) tiene una nueva pareja, con un tipo más políticamente correcto (Juan Minujín), pero que igual no llega tan cómodo a fin de mes. Y papá (Javier Drolas) es un hippie de los 90, sin horarios, dueño de una disquería junto con un amigo, amante del rock y de la vida sin ataduras. Lo maravilloso que tiene la película es que la directora va contando un relato autobiográfico, con el insert de registros documentales, que arman un rompecabezas sensible en el que la ficción y la realidad casi que son la misma cosa. La película respira un aire cercano en todo momento, más aún con las actuaciones, ya que trabajan Amanda y Carmela Minujín, hija de Juan Minujín, que en rigor aquí hace de padrastro de las nenas, pero se nota la empatía que hay entre los tres en cada toma. Es imposible no sentirse reflejado en este Gustavo que compone Javier Drolas, porque es la pintura del tipo descontracturado al que se le puede olvidar ir a pagar la luz pero es capaz de dar todo para darle amor a sus hijas. Todo se complica cuando se viene una separación de verdad. Y es el momento en que la mamá que compone Stuart se va con su nueva pareja a conseguir trabajo a otro país. ¿Qué pasará con el día a día? ¿Quién se queda con papá y quién o quiénes con mamá y el otro papá? Sin subrayados innecesarios ni sentimentalismos fáciles, Ana García Blaya debuta con una película a corazón abierto, en donde no teme mostrar la intimidad, ni los detalles de personalidades tan disímiles de sus padres. Lo que le interesó, y se nota de punta a punta, fue hacer foco en el amor genuino de los hijos hacia sus padres. Porque no hay etiquetas para amar a papá o a mamá, son papá y mamá con sus circunstancias. Y el amor real se siente, sin hacer tantos cuestionamientos.