Las brujas

Crítica de Lilian Lapelle - Cine & Medios

Estas son brujas y no tu mujer

Desde los títulos nos atacan las imágenes de brujas grotescas de Brueguel o El Bosco, obras del renacimiento de los paises bajos, para luego pasar al renacimiento italiano, con brujas mas armónicas y femeninas, algo de la inquisición, brujas del realismo español y, finalmente, divas del cine antiguo y contemporáneo, mujeres de la política; algunas no solo hermosas, sino de gran personalidad y fuerte presencia. De forma contundente el concepto de lo que se verá está representado.
En la secuencia inicial, De La iglesia muestra su mejor forma al presentarnos a los personajes y sus circunstancias sin rodeos; con claridad abre el juego sentando las bases de la historia. Lo desopilante tiene el camino libre desde el vamos cuando vemos a un Cristo, un soldado y un niño robar un negocio de empeños, secundados por un Bob Esponja y un hombre invisible.
Llega el tiempo de la huida, y es a bordo de un taxi tomado de asalto que los personajes, hombres ellos, dan rienda suelta a sus penurias con el sexo opuesto. Sin sutileza alguna el director pone de un lado a los sufridos machos, víctimas de las mujeres que como arañas tejen su tela para capturarlos y servirse de ellos a su gusto. El escape lleva a los hombres hasta Zugarramurdi, pueblo teñido de leyendas sobre brujas y donde se encuentran con mujeres muy poco comunes.
La figura de la bruja es la elegida entonces para representar a las infalibles mujeres, seguras de su poder e impiadosas con seres, para ellas, claramente inferiores. Las brujas de la película pueden camuflarse en mujeres normales, e incluso lindas, pero mientras son brujas cumplen con todos los estereotipos de fealdad, como si esa fuera su verdadera cara.
Su casa también cumple con los estereotipos del cine clásico en cuanto a brujería, cocinas del siglo pasado, calderos, muchas telarañas y candelabros enormes, mezclado con efectos especiales que remedan los clásicos poco logrados, y los actuales más perfeccionados.
La tríada formada por Carmen Maura, Terele Pavez y Carolina Bang es sencillamente insuperable, cada una en su registro da vida a su bruja hasta lo descabellado. Hugo Silva, por su parte, como el atribulado y temerario José, se luce como conductor de la trama, en tanto las participaciones de Enrique Villén, Santiago Segura y Carlos Areces son, como mínimo, desopilantes y esperables en un filme de De la Iglesia.
El aquelarre es lo mas llamativo de la película a nivel estético, algunas escenas son cuadros de Goya, con los mismos claroscuros, la crueldad y el dolor en los gestos de los personajes e incluso algunos iconos de la imagineria española antigua como los gorros punteagudos y la ropa de procesión. Para finalizar, la bruja original, la que representa todo el poder de la mujer, es nada menos que la imagen misma de la venus de Willendorf. Así de representativa es esta obra de Álex De La Iglesia, quien socarromente se mete en la vieja batalla de los sexos con su particular e inspirada visión, y mucho guiño para la tribuna.