Las aventuras de Sammy

Crítica de Lucía Roitbarg - EscribiendoCine

Una tortuga de película

Las aventuras de Sammy: En busca del pasaje secreto (Sammy’s avontures: De geheime doorgang, 2010) recrea una inocente metáfora sobre las vicisitudes que se deben enfrentar en la vida para sobrevivir y crecer. Esta producción animada belga apunta a los más pequeños. Su lenguaje, sus diálogos, sus imágenes; si bien naif, consiguen construir un tierno mensaje acerca del camino por recorrer en la vida. En este caso, esa vida es un agradable paseo en 3D por los océanos, que los más chiquitos sin duda disfrutarán.

Al comenzar el film, Sammy, un simpático tortugo de mar, ya viejo y a punto de ser abuelo, nos introduce en la narración de su propia vida dando comienzo a un flashback que durará todo el film. Así nos enteramos que a los pocos minutos de vida, en un encuentro accidentado, conoce a Shelly, una tortuga de quien enseguida perderá el rastro, pero que Sammy nunca olvidará. Cuando inicia su viaje por el mar se cruza con un tortugo muy sociable llamado Ray, quien se convierte en su amigo y compañero de aventuras y auspiciará como mentor de su vida. Su separación de Ray lo llevará a explorar el mar, sin perder nunca su esperanza de reencontrarse con Shelly. En el medio se cruzará con animales marinos y humanos, y aprenderá a vivir en un mundo no siempre acogedor.

Tal vez una de las escenas más representativas y elocuentes de la película sea el momento en que Sammy conoce a Ray. Sammy queda sorprendido por su sentido del humor, su simpatía y amor por la vida. En ese instante, desde su pequeña embarcación de madera en el medio del océano le pregunta a su nuevo amigo qué es lo que debe hacer ahora que nació. La incertidumbre ante el futuro y otras cuestiones que aquejan a las personas se plantean con simpleza y dulzura y humor. Pero no todo es color de rosa: este amigable tortugo también sufrirá ciertas desventuras, casi todas vinculadas con la actuación de los humanos. Son ellos los que ponen en peligro la vida en el mar. Tanto desde la contaminación del agua como cuando las redes de los buques pesqueros lo separan por muchos años de su amigo Ray.

Las aventuras de Sammy presenta animación en 3D y este elemento es esencial a la hora de comentar el film. Porque si bien la película tiene un argumento, esta no es su principal arma para ganarse al público infantil. La realidad es que gran parte del entretenimiento apunta a mostrar los viajes por el fondo del mar que emprende su protagonista. Generar la sensación de los más pequeños de sentir que están nadando junto a la colorida fauna marina es la idea que sostiene gran parte de la fascinación visual del film.

La oferta cinematográfica infantil no siempre contempla a los más, más pequeños y este es el lugar que viene a cubrir esta película. Como toda producción de cine cuyas estrellas son animales se apunta a generar ternura, y desde la humanización de los personajes también la identificación. Lo que se debe destacar de este film entonces es que si bien no es una producción Disney o Pixar, propone un producto hecho a la medida del público que busca captar, con calidad y buena animación.