Las aventuras de Peabody y Sherman

Crítica de Marisa Cariolo - CineFreaks

Una familia especial

Basado en un dibujo animado de la década del sesenta, el film Peabody y Sherman nos muestra desde su premisa inicial un quiebre de paradigma familiar interesante. La narración comienza en la infancia del Sr Peabody, un perro intelectualmente desarrollado que vive en un refugio canino.

Allí dedica sus horas a leer filosofía e instruirse. Negándose de forma terminante a realizar las piruetas que le solicitarán sus potenciales adoptantes. Es así como el can jamás logra tener un hogar y dedica sus energías a instruirse en las más variadas artes y ciencias.

Al llegar a la vida adulta se plantea un nuevo desafío: ser padre y de esta forma ingresa a su vida el pequeño Sherman siendo éste el primer caso de adopción de un bebé humano por parte de un canino. Este es uno de los elementos distintivos y más revolucionarios de la propuesta de Dreamworks: nos encontramos por primera vez frente a una adopción monoparental.

En la gran mayoría de los relatos infantiles, la relación padre - hijo deviene de un lazo biológico y se intensifica frente a la muerte de uno de los padres en alguna desgracia acontecida en un determinado momento (Bambi, Buscando a Nemo, etc), pero nunca hemos estado en presencia de una pulsión paternal que no esté concebida dentro de una estructura de pareja.

Así, el Sr Peabody se convierte en una representación de un nuevo modelo de familia, que nace del elemento volitivo del adoptante y no de un mero hecho biológico. Los hijos dejan de ser el “fruto del amor” para convertirse en el objeto amado, subvirtiéndose de esta forma los conceptos de familia hasta ahora conocidos. El Sr Peabody y Sherman no sólo comparten un hogar sino que poseen un secreto que hace del tiempo compartido algo único: una máquina del tiempo.

De esta forma, juntos podrán conocer los eventos históricos de la humanidad más importantes visitando el antiguo Egipto, a Miguel Ángel, la Revolución Francesa. El legado Peabody es la cultura y eso es lo que transmite a su hijo día a día. Claro que cuando Sherman asista a la escuela surgirán las primeras burlas de sus congéneres. Y justamente la misma vendrá encarnada por una niña (rubia y de furibundos ojos celestes), hija de un matrimonio heterosexual con algunos inconvenientes de comunicación entre sí. Es por ello que el conciliador Sr Peabody organizará (a escondidas de su hijo) una reunión entre las dos familias para limar asperezas dado que la escuela de los niños ya ha tomado intervención en el conflicto.

Como una especie de Carnage, de Roman Polansky, pero en versión animada las familias realizan un concilio para buscar la solución al enfrentamiento de los niños y allí deviene la aventura. Sherman realizará un viaje en el tiempo en compañía de su ocasional acosadora, solo con fines de generar un lazo con ella y obviamente algo saldrá mal.

A partir de entonces, la acción se transportará a Egipto, a Italia, Troya y permitirá que los niños tengan un contacto directo con las antiguas culturas y su idiosincrasia, claro está tratando de no violentar las normas básicas del viaje en el tiempo. Peabody Y Sherman se convierte así en un relato ágil, con muchos guiños al público adulto, que permite a los más pequeños tener un primer acercamiento inicial a ciertos eventos históricos.

Un film de aventuras, inteligente, que supo interpretar los cambios de paradigmas en las estructuras familiares y por sobre todo revalorizar al afecto como creador de vínculos por encima de los meros nexos biológicos.