Larry Crowne

Crítica de Laura Gehl - Cinemarama

Los tiempos cambian.

Hay dos posibles maneras de interpretar Larry Crowne: una, como una comedia romántica simplona, una película de autoayuda. Larry Crowne es un cincuentón –se coquetea incluso con cierta ingenuidad exacerbada– al que despiden de su trabajo porque no tiene estudios superiores. Abrumado, y por sugerencia de un vecino, se anota en una universidad estatal en un curso de Oratoria en el que su profesora Mercy, una agria mujer interpretada por Julia Roberts, terminará cambiándole la vida. Él a su vez se la transformará a ella. Se enamoran, Larry encuentra trabajo; Mercy, la motivación perdida para dar clases. La vida te da revancha, hay que estudiar para ser alguien en la vida y el final es feliz. A pesar del buen ritmo narrativo, de la sonrisa de acero de Roberts, de lo ameno del relato, esa película es una tremenda pavada.

La otra interpretación navega un poco más entrelíneas y es bastante más interesante. A Larry no lo despiden porque no fue a la universidad, lo echan porque, al no tener una educación superior, no lo pueden ascender, es un tipo de cincuenta años que tocó su techo, está sobrecalificado para su puesto y con él la estructura piramidal de la empresa se rompe. Es un problema de costos, y los tiempos cambiaron. La idea de que las cosas ya no son como eran se instala en ese mismo momento y, aunque al principio parece que se hará un rescate moralista de la educación como motor salvador de un estado de cosas, solo basta con ver a un repartidor de pizzas que aparece por ahí para darnos cuenta de que ese concepto no se sostiene. Bajo el disfraz de la banalidad de una historia sencilla, Hanks traza el devenir de una cierta clase media a la que el sueño americano se le aparece cada vez más como una pesadilla. Cuando Larry va al banco a pedir que le refinancien la hipoteca, una artificial empleada le dice que es imposible, su casa ya ni siquiera vale lo que debe y si hace tres años le hubiera dado medio palo a sola firma hoy apenas le puede ofrecer un café de cortesía. Ese hace “tres años” hace referencia al 2008 y es el comienzo de una crisis económica que azota sin que se sepa muy bien cuándo ni cómo va a terminar. Larry Crowne da cuenta de eso al dejarlo al protagonista poco más que en bolas y laburando de aquello a lo que se dedicaba veinte años atrás, y a Mercy separándose de un marido desempleado a la manera de quien se sacude el lastre, como si todo fuese un continuo comenzar desde el fondo.

Tom Hanks construye un relato cruzado de puro realismo y liviandad romántica sin cargar las tintas en uno o en otro, dominando el equilibrio, solo hay que estar dispuesto a mirar más allá y dejarse llevar.