Lantéc Chaná

Crítica de Luciano Mezher - Visión del cine

Entre tantos estrenos, este jueves llega la singular y personal mirada de Lantéc Chaná de Marina Zeising.
Lantéc Chaná sigue la historia de Blas Jaime, jubilado de 71 años, que es considerado el último heredero de la lengua chaná, antiguo pueblo originario del litoral argentino extinguido hace más de 200 años.

El documental recrea el camino transitado por Blas Jaime junto con Pedro Viegas Barros, investigador del CONICET, para preservar la cultura chaná y dejar un registro para las futuras generaciones.

La directora Marina Zeising recrea a partir del tema indígena un análisis de la memoria y de la identidad. Esta reconstrucción comienza con varias voces en off, contando la historia de los conquistadores o usurpadores de las tierras, acompañadas de imágenes de la arquitectura actual en los pueblos en donde el cristianismo se impuso.

Blas Jaime continua el relato pasando por los diversos lugares y contando su propia historia y la de sus ancestros. Incluso una etapa de su vida en la que se hizo mormón y adoptó la religión, aunque después volvió a sus raíces.

Su camino y conocimiento lo llevaron a diversos museos donde el documental ahonda, aún más, en la cultura y costumbres de los chaná.

En un momento el relato hace un paralelismo entre la dedicación de Blas Jaime en preservar la cultura y los juicios de la última dictadura militar.

Mientras que Blas Jaime deja su herencia en el diccionario de chaná-español, él mismo acompaña a la comunidad charrúa que vive en pésimas condiciones y se ha acomodado a la ayuda social que le han dado. Aquí es cuando el trabajo del documental se vierte a una crítica social y política, donde se muestran las pocas oportunidades que tienen los habitantes de esa comunidad y que sólo viven gracias al apoyo entre ellos mismos. Víctimas de la misma industrialización que les quitó las tierras.