Lady Macbeth

Crítica de Ayelén Turzi - Cinergia

Bella, joven e infeliz

Dirigida por William Oldroyd, Lady Macbeth puede desorientar al espectador distraído que elige qué ver guiándose únicamente por el nombre. No está inspirada en el personaje de Shakespeare sino en la novela breve “Lady Macbeth de Mtserk” del ruso Nikolai Leskov. De ritmo lento y con una fuerte intención contemplativa va a fascinarte si amas el cine europeo.

Inglaterra rural de mediados de 1800. Katherine (Florence Pugh) está casada con un hombre al que no ama, es mucho más grande que ella y no está nunca en la casa. Tratando de lidiar con su soledad y con los maltratos que recibe por ser mujer, comienza a explorar su sexualidad junto a Sebastian, quien trabaja en la estancia.

Lo central de la historia es la transformación que opera en Katherine. Del personaje sumiso y callado que es en las primeras escenas muta, de modo paulatino, en una mujer decidida, dispuesta a todo. Como el director elige los planos largos y un montaje lento, además de prescindir prácticamente de los movimientos de cámara, toda la tensión se deposita en la performance de su protagonista. Pugh hace un trabajo lleno de matices que genera una empatía instantánea. No solo atrapa nuestra mirada sino que mantiene la atención sobre ella en la hora y media que dura la película. El resto del reparto, con menor tiempo en pantalla, acompaña este desempeño con interpretaciones sobrias y realistas.

Asociadas al arco de transformación de su figura central, Oldroyd actualiza también una serie de temáticas que, por lo general, rozan el cliché cuando son tocadas en estas producciones de época. Cuestiones de género, raza y status sociales subyacen a tramas y personajes secundarios, más sutiles que explícitas, mostrando una visión crítica e inteligente del contexto donde se ubica la acción.

Desde el aspecto visual se recrean tanto los ambientes y los vestuarios como una iluminación que aparenta ser de velas. La centralidad del personaje femenino se resalta mediante el uso de una gama de colores fríos en su vestuario, que se contraponen con la calidez tanto de los ambientes que predominan en madera como de la iluminación, generando un sutil pero efectivo contraste entre fondo y figura.

De tiempos lentos, contemplativa pero contundente, Lady Macbeth nos propone acompañar la historia de la liberación de Katherine de la mano de una gran interpretación de su protagonista. Como decía en la introducción, no es una propuesta para todo el mundo. Si vas al cine esperando emociones fuertes, aventuras o descostillarte de la risa, metete en otra sala.