Ladrona de identidades

Crítica de Ulises Picoli - Función Agotada

En la carretera

En estos últimos años existe una explosión (y reconocimiento por parte de la industria) de una comedia americana comandada por mujeres. Así Damas en Guerra (Bridesmaids, 2011), Despedida de Soltera (Bachelorette, 2012) o Ritmo Perfecto (Pitch Perfect, 2012) pudieron poner bien alto la vara de comedia. Desde la mejor de esas películas, Damas en Guerra, hizo su fulminante aparición cinematográfica Melissa McCarthy (conocida por la serie Mike & Molly). Al igual que Zach Galifianakis en ¿Qué Pasó Ayer?, McCarthy logró en un papel secundario robarse cada una de las escenas en las que dice presente. Este 2013 supone su gran lanzamiento: Ladrona de Identidades (Identity Thief) y Armadas y Peligrosas (The Heat, junto a Sandra Bullock) son con las que se va medir si ha nacido una nueva estrella (de la comedia).

Ladrona de Identidades, el film en cuestión, la pone en el papel de Diana, una mujer que se da la gran vida (robada) a puro derroche de tarjeta de crédito. Claro, una que lleva el nombre de otro. La víctima en este caso es Sandy Patterson (Jason Bateman), hombre de familia que trabaja encargado de las cuentas de una firma financiera (de esas que solo los altos cargos, y que no trabajan, reciben bonos millonarios), y que vive al limite de ahorro. Entre timorato (en algún punto se deja llevar por cualquiera que lo presione) e inocente/estúpido (capaz de darle sus datos personales a una persona que lo llama por teléfono) su devenir en el film logra interesar por las violentas acciones de la que es capaz, representante el temor de clase media de perder su modo de vida.

La imposibilidad policial de resolver el caso obliga a Sandy a salir de su tibio bienestar en la búsqueda de Diana para traerla ante la justicia. Para cuándo logra encontrarla, a varios cientos de kilómetros de distancia, la carretera es el único camino de regreso al hogar (la idea de dos Sandy Patterson en un mismo avión no cierra demasiado) y la buddy movie de opuestos queda conformada. Para meterle picante, y justificar el hecho de que Diana vaya con Sandy, Ladrona de Identidades fuerza una intriga policial con mafiosos y un caza recompensas (un cada vez más áspero Robert Patrick) que no convence demasiado.

Lo que logra romper la comodidad de esta comedia industrial es McCarthy y su entrega al personaje. De un espectro que va desde la emoción hasta la salvajada, es en los raptos de comedia física dura (por momentos uno parece reírse de ella más que con ella) desde donde se transmite una energía y soltura que remonta la estructura de comedia medio pelo. Jason Bateman, aún con su usual buen timing y esporádicos arranques de furia, agota en el rol de hombre sensato. Una comedia irregular para el despliegue de Melissa McCarthy, no mucho más que eso.