La voz de la igualdad

Crítica de Nicolás Ponisio - Las 1001 Películas

CUANDO NO SOLO LA JUSTICIA LLEGA TARDE.

En una época donde la lucha por la igualdad y las voces de las mujeres se hacen oír con la debida importancia, la directora Mimi Leder centra su nuevo film en la prestigiosa figura de Ruth Bader Ginsburg (Felicity Jones), alguien que desde fines de los años cincuenta y a lo largo de casi tres décadas debió lidiar contra todos los impedimentos de la sociedad de su época para estudiar derecho en Harvard, Columbia y lograr que se reforme la Constitución Nacional en pos de que hombres y mujeres gocen igualdad de derechos. El film posee una importancia histórica y actual necesaria de hacerse oír y ver, pero la forma en que su directora decide narrar los hechos develan cierto oportunismo para con las lucha de derechos y el movimiento feminista.

De haber aparecido en escena unos cinco años antes, La voz de la igualdad sería un film con un mayor peso en el panorama actual y, al igual que lo fue su protagonista, pionero en cuanto a la relevancia de su temática. Sin embargo, y más allá del gran talento y carisma que resultan de la presencia en pantalla de Felicity Jones y de Armie Hammer interpretando a su marido Martin, el film parece haber llegado algo tarde. Su mensaje y temática busca —a través de cierto oportunismo— sumarse a la problemática actual que otras producciones han sabido desarrollar con una mayor voz y honestidad. Esto es percibido a través del desarrollo de la historia, la cual resulta correcta en forma y contenido pero no resuena fuerte a través de su mensaje, a diferencia de lo que sucede con quienes participan activamente para exigir respeto e igualdad de género.

La historia se plantea con una serie de dificultades que Ruth, o Kiki para los amigos, debe afrontar a la hora de hacerse respetar ante la mirada de superioridad masculina de sus docentes y compañeros de clase. Al mismo tiempo, Ruth se ocupa de la educación de su pequeña hija y del cuidado de su marido, también estudiante de derecho, que padece cáncer testicular —un elemento más anecdótico que funcional a la trama ya que no es para nada crucial y prontamente es olvidado dentro de la historia. Un cuantioso salto en el tiempo y una serie de hechos pasados por alto hacen que el foco del film pase a ser la preparación de la protagonista para llevar a juicio un caso que, de ganarlo, posibilite el cambio social tan buscado. Esto hace que el film comience a perder la fuerza de la que gozaba en un principio gracias a la forma y el carisma de su protagonista.

La ausencia de hechos que podrían construir de mejor forma el arco de crecimiento del personaje y el tedioso foco de atención puesto en la elaboración y los tecnicismos de leyes judiciales que solo pueden resultar interesantes para quienes se dedican a la abogacía, son la razón por la cual el film de Leder pierde dinamismo, y por ende, el interés del público. Los momentos menos interesantes logran sostenerse en ocasiones gracias a la química actoral entre Jones y Hammer: ambos se lucen en pantalla y reflejan de manera hermosa el apoyo y el amor incondicional que los personajes se tienen. Pero más allá de ello, la trama no evita caer estrepitosamente en una monotonía temática y un hundimiento narrativo del cual no puede escapar al menos hasta su climax final.

El personaje de Ruth se destaca visualmente muchas veces a lo largo de la historia por las prendas en tonos azules que suele vestir. El azul, representación estética muchas veces de tristeza y vulnerabilidad, aquí se ve reformulado en la valentía y la fuerza luchadora que posee la protagonista. Este bello detalle, que refleja y destaca el valiente espíritu de Ruth, brinda de un costado estético a un film que no lo posee en demasía y que opta mayormente por una puesta que no sobresale demasiado. Los detalles de tonalidades se vuelven también un reflejo de lo que ocurre con el desarrollo del film cuando los tonos azules de Ruth son cambiados por vestimentas más opacas o monótonas, funcionando, paradójicamente, como metalenguaje de la pérdida de relevancia e interés por el film.

La voz de la igualdad posee un discurso importante y refleja las vidas de quienes luchan día a día para borrar las diferencias sociales y de género que siguen rigiendo en la sociedad, pero es la forma en que se escoge dejar un mensaje lo que hace que el mismo termine perdido y olvidado por la debilidad narrativa de un film que no supo manejar debidamente la relevancia de la historia que tenía en sus manos. Mimi Leder nos narra los hechos, pero en medio del relato, termina perdiendo la voz. Por suerte, al salir a las calles, hay voces que buscan lo mismo haciéndose oír mucho más fuerte.