La viuda

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Frances se siente sola en Manhattan. Muy joven y recién llegada, con la muerte de su madre reciente, el encuentro de un objeto en el subte le cambia la vida. Una cartera fina y con tarjeta que indica una dueña y una dirección parece una aventura interesante de vivir. Aunque ella no lo sabe, ese objeto perdido equivale a las migas de pan de Hansel y Gretel, que en vez de llevarla de vuelta a un hogar, la destinan al placer de una Bruja. La dueña del bolso, como ella, dice estar sola, su hija ya dejó la casa y ella, pianista y viuda se distrae con Liszt y "Sueños de Amor" (no por nada la Huppert, de ella se trata, practicó solfeo y teoría en la peli de Hanneke).

Planteada la situación, lo peor está por venir. Y no por previsible atrae menos, porque la película es de Neil Jordan ("El Juego de las lágrimas") y la protagonista, la Huppert, ese tipo de actrices con chasqueando dos dedos es capaz de comerse la platea. Thriller psicológico de los tradicionales, pero no por eso menos eficiente, "La viuda" reúne los tradicionales ingredientes del género, nada notables, pero francamente atractivos. Hay atmósfera, buen ambiente, la villana tiene todo lo que se precisa para atraer y luego perseguir a la víctima y la Moretz es la ingenua ideal para tanta maldad.

Con los recursos del policial negro, evocando la villana de "Atracción fatal", algún toque de humor y las huellas de los viejos cuentos de Grimm, "La viuda" es un particular regreso del director de "El juego de las lágrimas". Jordan es un buen maestro del engaño y la ambigüedad, ya sea jugando con Jay Davidson (allá en el tiempo con la peli que le dio un Oscar) o con la dueña de una cartera con estilo.