La visita

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Cuando alguien está encarcelado habría que reflexionar sobre quién sufre más, si el prisionero o los familiares que están afuera y desean tenerlo nuevamente en libertad.

Este documental dirigido por Jorge Leandro Colás sugiere, consciente o inconscientemente, analizar semejante dilema, porque la cámara nunca pasa del otro lado del complejo penitenciario de Sierra Chica, que es el lugar donde se desarrolla la historia. Solamente registra el paso de las mujeres de los detenidos que, durante los fines de semana, se preparan y viajan a la cárcel para poder ver a los hombres alojados allí. Ellas son esposas, madres, tías, abuelas, que madrugan, hace fila en la entrada a la espera de que abran la puerta a las siete de la mañana.

Las locaciones utilizadas para el documental son ese sector carcelario, una despensa polirrubro, atendida por Emilio Melotto, y una humilde pensión, propiedad de Bibiana Simbrón, cuyo marido está preso, pero pese a que ella es santafesina este hecho no la amilanó, sino que la alentó a mudarse y vivir en el pueblo.

Las visitantes le dan vida a Sierra Chica y mueven la economía. A la despensa van todas las mujeres, donde utilizan los variados servicios brindados que son bien cobrados, sin perdones o fiados. Y a la pequeña pensión se dirigen unas pocas mujeres a pasar un par de noches allí, luego se levantan muy temprano y caminan todas juntas, incluida Bibiana, a la cárcel.

Todas mantienen un buen semblante, están acostumbradas a la situación que les tocó en suerte. A esta altura del partido no hay reproches, sólo esperan el cumplimiento de la condena y vivir con cierta normalidad.

El film es descriptivo, seco, distante. Sólo se visibiliza una pequeña dosis de emoción cuando Bibiana cuenta una parte dura de su pasado y consigue generar una leve empatía con el espectador.

A pesar del esfuerzo de Colás en la dirección, y luego el trabajo de compaginación, el relato aburre, porque es muy extenso en su duración y las acciones son repetitivas, no avanzan ni evolucionan. Con diez minutos o menos, tal vez hubiese alcanzado para trazar un panorama de lo que se quería contar, pero el material recopilado fue insuficiente y el resultado final está a la vista.