La villana

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Directo de Corea del Sur llega "La villana", de Byung-gil Jung, una historia de venganzas trepidante en acción, que intenta anclar en el drama. ¿Estaremos frente a una nueva ola de cine de género surcoreano en nuestro país? A los éxitos de crítica y taquilla de "Invasión Zombie", y "En presencia del diablo", se les suma ahora el estreno de La villana, la segunda y más nueva película de Byung-gil Jung, director de "Confesiones de una muerte".
"La villana" es una película de acción con todas las letras, a raudales, y en la cual todo el despliegue técnico se encuentra al servicio de este fin. El goce para los seguidores del género será absoluto. Pero también, esta atención primaria en la acción, hace que se descuide el fundamento de lo que se esté narrando.
La historia es más bien sencilla. Sook-He (Ye-Ji Min) es una niña que pierde a su padre en manos de un sicario. Ya huérfana, es reclutada por un clan que recluta mujeres para entrenarlas y transformarlas en asesinas a sueldo.
Siendo una mujer adulta (Kim Ok-Bin) y con una hija, bajo una nueva identidad, intenta rehacer su vida. Pero el pasado no la abandona y se hace presente para que descubra una serie de traiciones que la llevarán a su venganza definitiva.
"La villana" puede hacernos recordar al algo olvidado éxito de Renny Harlim, "El largo beso del adiós", con Geena Davis como una ama de casa que recobraba la memoria perdida y recordaba del peor modo haber sido una agente secreta. Hay varios puntos en común entre ambas. Pero allí donde aquella asumía tener una historia que era una excusa para rodear las escenas de acción (más básicas que en este caso);" La villana" disfraza su historia sencilla de varias vueltas y giros extraños, que solo logran confundir innecesariamente
Byung-gil Jung junto al director de fotografía Jung-hun Park, la música de Ja wan Koo y el equipo de edición, logran un despliegue escénico impresionante.
Desde el arranque la acción no da respiro, y el uso virtuoso de la cámara acompaña con movimientos increíbles y una coreografía perfecta. Sin llegar a ese preciosismo artificial post "El tigre y el dragón", las coreografías de acción de "La villana" nos introducen en medio de la escena como si fuésemos testigos in situ de la acción real.
La adrenalina traspasa la pantalla y nos contagia.
Hasta podríamos decir que a cada espectador se le debería entregar un joystick “falso” y hacerlo sentir como si manejase un videojuego. Entre estas escenas de acción que suben el nivel a un lugar altísimo, "La villana" pretende jugar al drama, buscándole las razones de ser a las actitudes de todos los personajes; y es ahí en donde hace algo de agua.
La trama se complejiza en apariencia pero no en sustento, los personajes aunque parecen profundos no dejan de ser simples arquetipos a función de lo que busquen las escenas de acción, y se siente lo forzado del armado.
Por supuesto, en el resultado final, lo que quedará serán los maravillosos momentos de acción, los homenajes (no tan) encubiertos a clásicos del género, y Sook-He como una suerte de anti- heroína que el público puede amar sin demasiado esfuerzo.
Los traspiés dramáticos no llegan a afectar en gran medida la tónica, porque realmente no es lo que el espectador fue a busca en un primer momento, es simple relleno. Byung-gil Jung se esfuerza más de lo necesario en que su segundo film "La villana" sea perfecto. El intento por darle sustento a un film de acción resulta impuesto.
Por suerte, lo que debería ser una película de acción pura está ahí y es tan vertiginosamente encantador que hace que el resto poco importe.