La vida secreta de tus mascotas

Crítica de María Paula Rios - Cinepapaya

No se puede dejar de mencionar el corto Minions Jardineros que se proyecta antes de que comience el film, es muy ingenioso y festivo, un slaptiks con todas las letras. Nuestros amigos amarillos se antojan de una licuadora que hace deliciosos batidos de banana, por lo que se les ocurre embellecer el jardín de sus vecinos para recaudar dinero y así comprarla. A partir del momento en que recortan el césped ocurren, en sucesión, todo tipo de gags físicos desopilantes. Imposible parar de reír.

La vida secreta de tus mascotas muestra una singular idea de cómo se comportan un grupo de mascotas citadinas. La acción transcurre en una colorida y nostálgica New York, cuando sus ocupados dueños se van de casa. Tenemos desde un caniche punk, una gata golosa, un basset hound discapacitado, un conejito desquiciado, hasta una pomerania pomposa que está enamorada de Max, el protagonista. Debido a que la dueña de Max trae otro perro (enorme y peludo) a casa comienzan los conflictos y cambios de rutina. Ambos canes, en uno de sus paseos diarios, terminarán perdidos en las alcantarillas, donde viven las mascotas marginadas, abandonadas por sus dueños.

Si bien el argumento es básico y no tiene la complejidad de uno de los realizados por Disney - Pixar, el film funciona y divierte. Los personajes son muy queribles y la ambientación en colores pasteles colabora confiriendo mayor calidez. Estamos ante una narrativa que respira cierto aire de cuento clásico, que se construye a partir una sucesión de hechos entrelazados, en modo acción/consecuencia, que generan gags cómicos muy efectivos. La vida secreta de tus mascotas es una película acogedora que, más allá de ciertos estereotipos y clichés narrativos, sale airosa a fuerza de su dinamismo y simpatía.