La vida secreta de tus mascotas

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

En 1995 Toy Story provocó una revolución dentro de la industria del cine de animación. No solo por el gran avance en las técnicas y en las formas narrativas; a su manera se democratizó el mercado abriéndole las puertas a otras empresas que presentan aún al día de hoy, una dura batalla.
¿Fue un clásico instantáneo? Sin lugar a dudas, y una película de la que varias veces se ha intentado copiar el modelo. Por la gran cantidad de similitudes, La vida secreta de tus mascotas pareciera ser una de ellas.
El protagonista es Max, un Foxterrier que vive para complacer a su dueña Katie. Mientras el resto de las mascotas aprovechan que sus dueños no estén en casa para romper con la rutina y realizar una suerte de desmadre, él solo aguarda a que Katie regrese; por supuesto, él es el favorito de ella.
Un día Katie regresa con Duke, un perro de la calle, más grande que Max, que se roba toda la atención.
Esto genera la inmediata antipatía, y conlleva a que ambos perros terminen extraviándose y deban emprender una travesía de regreso a casa.
No solo eso, el resto de las mascotas decide salir en su búsqueda, haciendo propio viaje por la ciudad (Toy Story 2). Y en el camino, Max y Duke se cruzan con un conejo en apariencia pomposo y amigable que detesta a todos los animales domesticados y pretende hacer una revuelta para llevarlos a su vida salvaje (Lotso de Toy Story 3).
Pero las comparaciones terminan ahí. Pixar se caracteriza por complacer a un público amplio sin subestimarlos, creando estructuras de guion complejas, dosificándolos gags sin apabullar y principalmente creando una calidez única que más de una vez nos llevó hasta las lágrimas (prueben no llorar escuchando la canción de Jessie en Toy Story 2).
Esta película de Illumination Studios (los mismos de Mi villano Favorito 1 y 2, El Lorax, pero también de Minions y Hop) innegablemente es entretenida, tiene varios chistes muy divertidos y un ritmo que no decae. Su animación si bien es de trazos simples quizás algo cuadrados, es agradable a la vista. Y su iniciativa, más allá de su desarrollo, es ingeniosa, ver qué hacen nuestras mascotas cuando no necesitan comportarse como tal frente a nosotros.
Hay varios aciertos para que la pasemos bien y para que la menos de hora y media fluya correctamente sin decaer y ligeramente. También hay un ritmo frenético, referencias continuas, una acumulación de gags que se pisan constantemente, y un quiebre en la historia que diluye su premisa y se recuesta en revisar algo que quizás ya conocíamos. En este punto, quienes sean más afín al humor del Dreamworks post Shrek sabrán apreciarla mejor.
La creación de los personajes, centrales y secundarios es lograda y algunos se ganan el corazón de nosotros sin mucho esfuerzo, cada vez que el film decide centrarse en las características delineadas para cada uno, repunta.
Chris Renaud y el debutante Yarow Cheney ofrecen una película que no está destinada a convertirse en un clásico de todos los tiempos, simplemente porque no fue concebida como tal.
Se trata de un film menor, ameno, alegre, que no resulta ofensivo ni ofrece una calidad menor a lo que los estudios nos tienen acostumbrados, el tono que escapa a lo realista y se acerca a algunos recordados cortos de Avery potencia el resultado.
Pero esa idea de no sabe cómo crear un entorno adecuado siempre está presente, por más que queramos evitarla, la similitud es tan grande que la comparación es inevitable; y no hay nada que hacer, la batalla está perdida.
Illumination Studios tiene todavía un camino que recorrer para posicionarse como una gran creadora de contenidos; esta vez, la premisa era llamativa (por algo los sucesivos trailers se centraban en ella), pero se acaba más rápido de lo debido dando pie a un extraño deja vú. Es paradójico, al momento de su estreno Toy Story también fue acusada de tomar prestada algunas ideas de Las Aventuras de Tosti y sus amigos, más allá de ser cierto o no, el film de John Lasseter demostró tener corazón propio.