La vida secreta de las mascotas 2

Crítica de Emanuel Juárez - Cinergia

¿Adorables criaturas?

La vida secreta de tus mascotas (The Secret Life of Pets, 2016) resultó ser una agradable sorpresa en el momento de su estreno. Si bien estaba lejos de ofrecer una historia sólida e inteligente, contaba con algunos momentos agradables. Tres años después de la original, Chris Renaud retoma el mando de director y nos presenta una secuela casi innecesaria y sin mucho más que ofrecer.

Esta nueva entrega está compuesta por tres subtramas paralelas que, vistas desde afuera, hacen parecer al largometraje un compilado de cortos más que a una película única. La trama principal corresponde al perro Max y la llegada de un nuevo integrante humano a la familia y junto con las historias de Gidget (quizás la más aceptable) y el conejo Snowball, conforman el conjunto de argumentos que luego se unirán hacia el desenlace final. Una de las grandes fallas de la película tiene que ver con esto, argumentalmente, esta secuela hace mucho ruido y lo forzado de las situaciones están a la vista. Esto no significa que sea una mala historia, pero las mismas hubiesen funcionado mejor en entregas cortas más que como largometraje. Los personajes y las situaciones a las que se enfrentan no están mal y aunque algunos brillen más que otros, llegan a brindar momentos para la carcajada o la emoción, pero estos son escasos y efímeros; sumado a que hay mucho de la saga Toy Story y varias de las historias que ya vimos en Pixar.

Illumination no logra dar en el blanco con esta película, pero al menos nos deja algunos personajes queribles que, tal vez, funcionen mejor como merchandising que como gancho para esperar futuras secuelas. Es un buen entretenimiento para los más chicos, pero hasta ellos pueden que no lleguen a simpatizar del todo. Al igual que pasó con Minions (2016), los entrañables personajes no logran salvar una producción que lejos está de la original, teniendo en cuenta que tampoco era una obra maestra.