La vida en común

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Filmado en el pueblo Nación Ranquel, con los chicos que pertenecen a esta comunidad indígena y cuya historia posee una relevancia singular: pobladores de ciudades vecinas se mudaron a un campamento de 24 casas que le otorgó el gobierno municipal. La película, centrándose en el protagónico de Uriel, un niño de 11 años que experimenta el rito de pasaje que consiste en la caza de un puma escondido en los médanos.
El director mezcla su labor de historiador con su función como realizador, potenciando la estructura narrativa como elemento documentalista. Ezequiel Yanco investigó en La Pampa y la conquista del desierto, y su labor se rastrea en una obra literaria emblemática como “La excursión a los indios ranqueles”, de Lucio V. Mansilla. Este híbrido de ficción y documental se propone, con acierto, investigar con la cámara el territorio que explora.
Allí, la elección de un lugar escenográfico se adivina como un descubrimiento. Escondites de animales salvajes y casas de cemento en el medio del desierto ofrecen una mirada que contrasta lo moderno con lo tradicional. “La Vida en Común” confunde la ficción con la realidad, recurre al uso de actores no profesionales y elogia, poéticamente, la construcción histórica. Su noble naturalidad resulta absolutamente meritoria.