La vida de Adele

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Aunque extensa, una atrapante historia de amor

El franco-tunecino Abdellatif Kechiche es un director exquisito, exigente y notable, con una mano enorme para conducir roles femeninos. Acá lo apreciamos en "Juegos de amor esquivo", variación de la pieza de Marivaux "Los juegos del amor y del azar" aplicada a unos adolescentes en el colegio. Después vino el drama costumbrista "Cous cous, la gran cena", donde afloró su tendencia a estirar todo más de la cuenta. Lo que vemos ahora es su pieza consagratoria, la de mayor repercusión mundial, y también la más larga: 179 minutos.

Pudo durar una hora menos. Confiemos entonces en que la sala tenga aire acondicionado y el público se enganche. Esto no cuesta demasiado, ya que se trata de una historia de amor en todas sus instancias, luminosas, dolorosas, de incertidumbre, de plenitud, desazón, ardor, soledad, aceptación, cariño, en fin, lo que cualquiera vive o ha vivido, y todo eso plenamente interpretado por dos actrices admirables, Lea Seydoux y la chiquita Adele Exarchopoulos. Con un agregado de actualidad: como en este caso se trata de personas de igual sexo, se agregan también, aunque muy poco, algunos conflictos sociales y familiares inherentes. Que se suman a los que puede tener la propia pareja. Emma es refinada, de pretensiones artísticas, capaz de deslumbrar y confundir a cualquiera. Adele es una menor, algo tosca, de procedencia común. La historia abarca unos seis años, siguiendo las evoluciones del amor y la maduración de la protagonista. No corresponde decir más.

El asunto se inspira en un comic de la joven Julie Maroh, "El azul es un color cálido", cuyo final melodramático fue cambiado por otro menos terrible. También se cambiaron nombres, variaron título y situaciones (haciendo de paso un guiño a "La vida de Marianne", también de Marivaux), la estructura del relato, la proporción de algunas situaciones (las sexuales crecieron hiperbólicamente), se acentuó la diferencia social entre las dos jóvenes, volaron personajes claves, y, entre otras cosas, se desperdició el uso expresivo de los colores, que el comic aplica hábilmente con mínimos trazos. Si el director de fotografía quería lucirse con ese recurso, se quedó con las ganas. En "La vida de Adele" todo está hecho para que se luzcan solo el director de actrices, y las actrices, harto convincentes en la representación de cada matiz de sentimiento, y en el hiperrealismo de sus escenas íntimas (el gran gancho de la película, pero no lo más emotivo).

Quedan para la salida del cine las discusiones sobre elección sexual, erotismo y pornografía, etapas de cualquier relación sentimental, etc. Y para literatura de poster, dos frases originales del comic: "Te quiero apasionadamente. Te quiero apaciblemente". Y "El amor no puede ser eterno, pero nos hace eternos". Reemplazarán por un tiempo aquel "Amor es nunca tener que pedir perdón", de la cándida y heterosexual "Love Story".