La verdad oculta

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

BASADA EN UN HECHO REAL. Esta inscripción en el marco de una película a esta altura de las circunstancias ya debería ir indicándonos con qué tipo de películas podemos encontrarnos. Bien un melodrama sobre el triunfo, o no, frente a las adversidades varias de la vida; una historia que ocupó primeras planas mundiales, o locales, durante cierto tiempo; o un film de denuncia sobre alguna clase de injusticia social; o todo eso junto como es el caso de La verdad oculta (local título de manual para el original “contusión”).
Will Smith es Bennet Owalu, un inmigrante proveniente de Nigeria, que posee varios diplomas, entre ellos un título como Médico Forense/Patólogo.
Estamos en inicios del Siglo XXI en una de sus causas, se topa con el cadáver de un jugador de Fútbol Americano con un pasado reciente alejado de todo tipo de gloria. Este hecho, depara una investigación que pondrá en jaque a la NFL, liga de estadounidense de Fútbol Americano.
Owalu relaciona varias muertes en el mundo del NFL, junto a otros deportes violentos, mediante el síndrome de encefalotropía traumática, a causa de los golpes proporcionados en las prácticas, y que lleva como consecuencia tendencias suicidas.
Hasta aquí, tenemos un film de denuncia, sobrio, y hasta de manual, con todas las idas y venidas típicas, y los personajes típicos, esquemáticos, que, o son buenos o son malos; que no presenta sorpresas pero tampoco fuertes decepciones.
El asunto es que estamos frente al Will Smith del drama; aquel que nos trajo En Busca de la Felicidad y Siete Almas, aquel que quiere a toda costa que la industria lo considere para un premio como mejor actor, o como mejor película/guión (o lo que sea) en algo que él (y su familia) se encargó de producir. Ahora, quienes recuerden los dos títulos mencionados en este párrafo sabrán dónde radica el problema.
La verdad oculta no se conforma con denunciar el comercio detrás del deporte profesional, pretende encumbrarse como otra lección sobre el sueño americano. A medida que avanza el relato, Owalu descubre las bondades de vivir en el país donde los sueños se hacen realidad, y este deseo de convertirse en un ciudadano más se contrapone a la continuidad de su investigación y su lucha.
Para enfatizar estas cuestiones, se introduce una historia de amor con otra inmigrante, en este caso de Kenya, con la que convive, y con la que pretende llevar adelante el estilo de vida americana que tanto anhela.
Llena de frases hechas, lugares redundantes, personajes acartonados, y situaciones que bordean y traspasan el verosímil; La verdad oculta hace agua en su propósito de ser tomada en serio.
El director Peter Landesman tiene como único antecedente Parkland, otro film de similar o aún más tono patriótico. Aquí, se limita a desarrollar una labor correcta sin demasiado vuelo ni demasiados traspiés.
La verdad oculta es un film de Will Smith, en su deseo de hacer otra carta de amor al país que lo vió progresar. Esta vez, lo disfraza con una denuncia que en el desarrollo sólo sirve como excusa para hablar de esas otras cuestiones.