La verdad a cualquier precio

Crítica de Samantha Schuster - Cinéfilo Serial

Ocho años después de su estreno, llega a la Argentina, y más específicamente al cine Cosmos-UBA, la película británica titulada “La Verdad a Cualquier Precio” (“Route Irish”, en inglés, conocida como una de las carreteras más peligrosas de Bagdad). La misma se centra en Fergus, un contratista privado que regresa a su país, para enterarse que Frankie, su mejor amigo y compañero, murió en Irak. Sin aceptar la explicación del fallecimiento por parte de sus superiores, comienza a desentrañar la verdad de lo sucedido.

El director Ken Loach es reconocido por su estilo realista, con una gran acentuación en lo social y una crítica al capitalismo. Ejemplo de ello fue su más reciente trabajo “I, Daniel Blake” (2016), donde un hombre cae enfermo y debe luchar contra el sistema burocrático para conseguir una asistencia médica estatal. En esta oportunidad, y siguiendo con su línea discursiva, el realizador británico busca indagar y poner en evidencia el trabajo que realizan los contratistas privados en países de Medio Oriente, con el objetivo de sacar provecho económico. Esta crítica la plasma a partir de una ferviente investigación del protagonista, quien como indica el título del film, hará cualquier tarea que esté a su alcance para llegar a la verdad.

Si bien ya desde prácticamente el comienzo de la cinta se puede dilucidar el desenlace del conflicto, es decir, saber quién mató a Frankie y cuáles fueron sus intenciones, lo que interesa en esta historia es más que nada el trayecto hacia dicha resolución. Ver cuáles son las consecuencias y secuelas que deja la guerra en las personas, sobre todo viéndolo desde la mirada de un negocio redituable. Al director no le tiembla el pulso a la hora de abordar esta temática de forma profunda y arriesgada, exponiendo la violencia tanto bélica como la propia de los soldados en su vida cotidiana.

El clima que presenta el film es de constante tensión, alternando imágenes del pasado y las peligrosas e inhumanas tareas de los soldados, con la búsqueda del verdadero culpable en el presente. La ambientación y la música acompañan de buena manera a un elenco no tan conocido pero que se amalgama de una forma sólida, mostrando la camaradería del ejército y el frecuente empuje.

En síntesis, a pesar de que la resolución ya se sepa prácticamente desde el inicio del film, Ken Loach supo construir una buena crítica sobre los beneficios de la guerra y la falta de escrúpulos que tienen aquellos al mando, a partir de una historia fuerte, crudamente abordada y que mantiene atrapado al espectador.