La valija de Benavidez

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Una buena y una mala.

El progreso que muestra la realizadora entre su film anterior y este es notable, aunque también se ven varios puntos en común entre El hada buena: Una fábula peronista y La valija de Benavídez. Lo primero que une a ambos films es algo tal vez menor para muchos pero que vale la pena destacar: ambos films tienen escenas de títulos bellas y originales, por encima del promedio del cine argentino. Lamentablemente el estilo grotesco (no accidental, sino intencional) de aquella primera sátira política se repite en parte en este nuevo film. La valija de Benavídez es una sátira sobre el mundo del arte y todo ese costado del film está subrayado y sobreactuado (al menos para cine) quitándole fuerza la película.

Benavidez (Guillermo Pfening) es un artista que ha crecido a la sombra de su padre, sabiendo que todos creen que no llega ni a merecer una comparación. También su pareja (Paula Brasca) parece ser una artista con mayor futuro. Preso de un ataque de nervios, en plena crisis, Benavidez se va de su casa cargando una valija para refugiarse en una clínica psiquiátrica. No es el único artista que va ese lugar y no se tardará mucho en adivinar que hay algo raro entre ese clínica con artistas, donde su director (Jorge Marrale) y una marchant (Norma Aleandro) parecen tener un plan siniestro.

La trama de corte fantástico, el cuento negro que la película narra, es lo mejor que tiene la historia y el protagonista actúa muy bien ese rol, su trabajo es tan bueno como el suspenso y el horror que lo rodea. Pero la sátira del mundo del arte es muy pobre, sobreactuada, más cercana al film anterior de Casabé (donde todo era así, logrando más coherencia) que a la necesidad de esta historia. Si Pfening está perfecto, Norma Aleandro es todo lo contrario. La actriz que aquí intenta hacer humor, consigue solo distraer e irritar, haciendo de cada una de sus escenas una distracción permanente del centro de la historia.

Es posible que sin esa sátira la película fuera más corta, como un cuento de Edgar Allan Poe o un capítulo de La dimensión desconocida. Pero con esa sátira el resultado se empobrece. Distraer puede servir para que el espectador no adivina como seguirá la trama, pero acá tiende más a expulsar que a entretener. Hay talento en la película y en la realizadora, así como muchos aciertos en este film, lamentablemente los aciertos nos obligan a no conformarnos y esperar que la próxima película sea un nuevo salto hacia adelante.