La última noche

Crítica de Diego Lerer - Clarín

Una noche de tentaciones

Keira Knightley y Sam Worthington son una pareja en problemas.

Con un elenco plagado de estrellas como Keira Knightley, Sam Worthington, Eva Mendes y el francés Guillaume Canet llama la atención que La última noche , opera prima de Massy Tadjedin, haya tenido tan poca repercusión en su estreno mundial, meses atrás. Y más todavía si se tiene en cuenta su tema/trama: la infidelidad en una pareja. Pero lo cierto es que al ver el filme se entiende un poco que no haya disparado emociones potentes: se trata de una película discreta, medida, calculada. Con mucho juego de espejos y relativa sustancia dramática.

En una fiesta, Joanna (Knightley), la mujer de Michael (Worthington, de Avatar ), descubre miraditas cruzadas entre su marido y una compañera de trabajo de él que jamás le había mencionado. La chica no es otra que la muy sexy Laura (Mendes). Al volver a casa hay una previsible escena de celos: él promete que no pasa nada, pero la tensión queda flotando.

El giro dramático es que poco después Michael parte a Filadelfia en un viaje de negocios con un grupo de gente que incluye a Laura. Y, justo justo, Joanna se cruza en su camino con Alex (Canet), un ex amante francés que estaba por Manhattan. ¿De casualidad? El filme contará las noches de ambos y las situaciones y decisiones que tomarán ante la manera en la que se van presentando los hechos. Nada es demasiado sorprendente ni shockeante: habrá insinuaciones, miedos, indecisión, culpa, y cada uno hallará la respuesta que crea conveniente. O la que le resulte inevitable...

Lo que no logra del todo Tadjedin es llevar a este grupo de buenos actores a zonas algo más jugosas, prefiriendo ir y venir con el montaje paralelo entre situaciones y dejando que todo transcurra demasiado civilizadamente. ¿Es más peligroso para la pareja una infidelidad casual o darse cuenta de que no se está con la persona que se quiere? Eso deja en el aire, sin explotar del todo en sus consecuencias, La última noche.