La última noche

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Eficaz historia de adulterio hipótetico

Dado que ya no hay nada parecido a los cuentos morales que filmaba Eric Rohmer, ni tampoco nada que pueda describirse como algún tipo de ejercicio de estilo en tensión erótica, esta doble cualidad podría servir para defender a este drama de infidelidades hipotéticas.

El film narra la crisis de un feliz, joven y glamuroso matrimonio neoyorquino expuesto a una prueba de fuego. El relato empieza con la protagonista, Keira Knigh descubriendo que su marido, Sam Worthington, no le contó casi nada acerca de la compañerita de trabajo supersexy, carismática y talentosa Eva Mendes, a la que conoció en una fiesta de trabajo de su cónyuge. A ella le da un terrible ataque de celos, entendible dado que su marido está a punto de emprender otro viaje de negocios con la misma colega en cuestión.

Luego del gran berrinche, el esposo asegura que nunca hizo nada malo, acusa a su mujer de paranoica, se perdonan, el se va a su viaje (esta vez más atento a su seductora colega), y ni bien ella baja a la calle a la mañana siguiente es sorprendida por un ex amante francés (Guillaume Canet) de paso por Nueva York. A partir de este momento el film logra mantener el suspenso sobre la posible infidelidad de la esposa o su marido. La directora debutante y guionista Massy Tadjedin no podría mantener una historia con tantas vueltas retorcidas y absurdas si no fuera por la solidez formal de las imágenes (sin duda gran aporte del director de fotografía Peter Deming, habitual colaborador de Sam Raimi y David Lynch), ya que las actuaciones no ayudan mucho, salvo por la tentadora Eva Mendes y un semi serio Griffin Dunne en un papel secundario pero esencial.