La última noche de la humanidad

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Invasión de rutina y efectos elementales

Se trata de la misma historia de siempre, una invasión alienígena con una sola vuelta de tuerca original: el ataque extraterrestre es atestiguado en Moscú por un grupo de amigos norteamericanos que, de algún modo, se convierten en unos de los pocos sobrevivientes en la populosa ciudad que queda semidestruida y deshabitada.

Pronto descubren ques las principales metrópolis del planeta han sido atacadas, y asumen que hay poca esperanza para el mundo, pero siguen luchando por su vida. No mucho después se juntan con algunos ssobrevivientes rusos que no sólo están pensando en conservar la vida sino en repeler la invasión pero, dado lo moderno de las armas esxtaterrestres, tienen una tarea bastante difícil por delante. Inclive hay un ruso que inventa un arma casera de microondas con la que espera contrarrestar los rayos de los aliens, que no tienen la típica forma monstruosa de H. G. Wells sino que más bien son unas figuras electromagnéticas más bien curiosas.

Cuando atacan inicialmente desde el cielo logran cierto atractivo estético, pero en realidad, a lo largo de todo el film, sólo se parecen a lo que son, unos rudimentarios efectos digitales. Hay algunas buenas escenas de acción, sobre todo hacia el final, y muchos diálogos ridículos entre los jóvenes norteamericanos y los rebeldes rusos. Tambien hay buenas imágenes de la Moscú derruida, y una escena climática donde un perro solitario le ladra a los marcianos. No mucho más.