La torre oscura

Crítica de Fernando Casals - Revista Meta

La Torre Oscura que llegó a los cines no es el gigantesco viaje en el tiempo, con mundos paralelos que abarcan varios géneros que muchos lectores esperaban. Contiene algunas de esas cosas, pero su ambición es magra con una sorprendente falta de humor y corazón.

También se siente como una película cuyo único propósito es demostrar lo que podría ser. No es que La Torre Oscura sea una mala película, pero es instantáneamente olvidable. Y en lugar de poner en marcha una nueva franquicia, como sus productores sin duda querían, es probable que nadie intente adaptar los libros durante muchos tiempo.

¿Cómo abordar una serie de libros de ocho partes que, al concluir en 2012, había superado las 4.000 páginas y el millón de palabras?. Nikolaj Arcel centra la película en un niño de 11 años llamado Jake Chambers (Tom Taylor) que, al principio, está plagado de pesadillas. Sueña con un hombre de negro y con criaturas que llevan rostro humano y, por supuesto, una torre oscura. Jake no entiende sus visiones, pero está convencido de que algo malo está por suceder.

Debido a que se trata de una película, las paredes de su dormitorio están cubiertas de bocetos en blanco y negro de lo que ha visto en sus sueños. Su madre y su padrastro quieren internarlo. Pero antes de que pudieran enviarlo al tratamiento psiquiátrico, Jake, gracias a un portal mágico escondido en una destartalada mansión de Brooklyn pasa al Mid-World, un lugar donde casi de inmediato (y convenientemente) se topa con el Gunslinger, Roland (Idris Elba) que está buscando al Hombre de Negro para vengar la muerte de su padre.

Las actuaciones de Elba y especialmente de McConaughey levantan un poco los descabellados diálogos. McConaughey juega lanzando órdenes como “deja de respirar” y “matense entre ustedes” pero no puede evitar lucir tonto en el clímax fingiendo poderes telequinéticos, o algo por el estilo.

La Torre Oscura mezcla elementos de fantasía, horror, western, ficción post-apocalíptica y ciencia ficción. Son varias -demasiadas- cosas a la vez: también es una historia de venganza y una historia de coming of age. Inclusive cuando Roland y Jake regresan a la ciudad natal del muchacho (Nueva York), se convierte en una historia de pez fuera del agua por unos minutos. Y claro, también es una película de acción aunque se limita a un par de tiroteos y una batalla final que resulta al menos estéticamente, ridícula. Y luego, abruptamente, sin elegancia, y para alivio del espectador ocasional, la película se termina.