La teoría del todo

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Razón de vivir mi vida

Adaptación de las memorias de Jane Hawking, ex esposa del célebre físico Stephen Hawking, La teoría del todo es la menos bendecida por la crítica para la próxima entrega de los Oscar; curiosamente, El código Enigma, que se estrena esta misma semana, aborda el mismo tópico (biopic de científico genial inglés) y es sin duda la favorita. Sin embargo, el film de James Marsh (autor de Man on Wire, documental sobre el equilibrista Philippe Petit) es más genuino por donde se lo mire. A diferencia de Enigma, el biopic de Hawking fue dirigido y producido por británicos y fluye con la ceremonia del té de las cinco. La película arranca con los estudios de Hawking en Cambridge, su interés en el cosmos y la física cuántica, su perfil nerd, quizás innecesariamente destacado (al extremo de que parece parodia de otra parodia, The Big Bang Theory), pero entonces conoce a Jane Wilde, una hermosa y terrenal estudiante de letras que se rinde ante sus conocimientos y su enigmática, sempiterna sonrisa. Marsh demuestra talento para retratar la relación, desde el improbable romance y el irreductible amor de Jane cuando surge el mal de Gehrig como un intruso terminal en la pareja, hasta el nacimiento de los hijos y los vaivenes, de ricas y variadas lecturas, que acabaron con el romance. La interpretación de Eddie Redmayne como el físico, en especial desde el brote de la enfermedad, es de un camaleonismo notable y ayuda, bajo la diestra mano de Marsh, a evitar golpes bajos para redondear un biopic cautivante.