La teoría del todo

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Un drama envolvente con grandes trabajos actorales

La película del director británico James Marsh -ganó un Oscar por su documental Man on Wire en el 2009- narra una historia de amor y superación personal que aspira al Oscar de la Academia de Hollywood en cinco rubros, incluyendo mejor película, mejor actor y mejor actriz. Y no es casual que no figure el rubro dirección, ya que el principal atractivo descansa en las actuaciones.

Este drama familiar está basado en la primera novela de Jane Hawking, Travelling to Infinity - My liffe with Stephen. La biopic no se centra en el trabajo del físico Stephen Hawking, sino en su relación marital y familiar.

La acción comienza en 1963 cuando Stephen es un joven emprendedor en la famosa Universidad de Cambridge y está decidido a encontrar una explicación sencilla sobre el origen del universo.

Su preparación de su tesis, la relación con su compañero de cuarto -Harry Lloyd-, la admiración mutua con su profesor -David Thewlis- y el mundo que cambia cuando se enamora de Jane Wilde, una alumna de la Facultad de Arte de Cambridge. Sin embargo, poco después se le diagnostica un trastorno de la neurona motora que ataca sus piernas, brazos, y que se entremezcla con una esclerosis lateral.

El deterioro físico, el amor por su incansable Jane y la necesidad de mantener intacto el núcleo familiar con la llegada de tres hijos, se convierten en una verdadera odisea para ambos cuando el genio astrofísico y cosmólogo queda postrado en una silla de ruedas debido a la esclerosis lateral amiotrófica, también conocida como la enfermedad de Lou Gehrig.

Sería erróneo afirmar que la película no emociona o no tiene golpes bajos, pero toda prodcción que aborda el tema de enfermedades siempre es cuestionada en este punto.

Al aceptable armado formal -en la secuencia final donde se muestra en reversa la vida de Hawking hasta su origen- se suma el meticuloso trabajo físico y emocional de Eddie Redmayne -Mi vida con Marilyn, Los Miserables-, cuyo personaje logra traspasar la pantalla.

Por su parte, Felicity Jones es la mujer que está a su lado en todo momento, mirando, amando en silencio y sufriendo cuando un tercero aparece y ofrece ayuda al núcleo familiar. Ahí los límites de los sentimientos se borronean mientras la película juega con su sentido circular y envolvente. Y a pesar de todo, el mismo Hawking afirma en una conferencia que "Mientras haya vida hay esperanza".