La sospecha

Crítica de Martín Torres - Fuera de campo

El cine policial y thriller (y en otra época el film noir) sufrió ya hace un largo rato una gran transformación que hizo a un lado todo tipo de ingenuidad y pareció sumirse en una oscura realidad en la que no hace falta censurarse ni regirse por ningún tipo de código moral. La clásica línea dicotómica que separa a los buenos de los malos se hizo cada vez más borrosa dando lugar a historias con personajes más humanizados que no siempre responden a una lógica a la hora de justificar sus actos. La psiquis humana resulta mucho más compleja y no siempre puede reducirse a la simplificación de que si alguien comete un acto socialmente condenable es un villano. Y la historia detrás de La Sospecha parece desafiar esa ténue línea del bien y el mal.

Aquí Denis Villeneuve construye un complejo relato con una dirección sólida y un minucioso trabajo detrás de cámara, asistido por la fría fotografía de Roger Deakins (quien tras diez nominaciones al Oscar, probablemente aquí compita una vez más por el premio que tantas veces le fue esquivo) que nos muestra a dos familias aparentemente normales que sufren la desaparición de sus jóvenes hijas. La desesperación de uno de los padres llevará a que secuestre por mano propia a uno de los sospechosos, ajusticiándolo con torturas e intentando obtener la información sobre el paradero de las niñas.

Resulta interesante cómo a pesar de que las acciones, creencias, decisiones y motivaciones de los personajes son en ocasiones moralmente reprobables, la película logra que el espectador se ponga en la situación de los protagonistas y haga a un lado sus prejuicios para simplemente observar un accionar que después de todo, condenable o no, se entiende muy verosímil.

El pulso de los actores para con el desarrollo de la historia es notable. Tanto Jake Gyllenhaal como Hugh Jackman ofrecen una soberbia caracterización de sus personajes. La atmósfera en la que se desarrolla el film, la progresión dramática, el verismo, la lógica argumental y el arco dramático de cada personaje convierte a La Sospecha en una obra de referencia dentro del thriller. Sin ánimos de adelantar el final y con un innecesario atisbo de reclamo podría reprochársele al film que tiene un final feliz un tanto Hollywoodense, que bastante dista por ejemplo de otras grandes producciones similares como Pecados Capitales y Zodiac de David Fincher, o alguna que otra producción europea menos mainstream en donde el conflicto (básicamente si se agarra al asesino o no) no se resuelve, o al menos no lo hace del modo más alegre. Aun así, el final de La Sospecha se encuentra perfectamente justificado dentro de la diégesis planteada por el guión (ese mundo ficticio en donde los hechos que suceden son aceptables o verosímiles).