La sombra del gallo

Crítica de Cristian A. Mangini - Funcinema

ECOS Y CULPA

La sombra del gallo es la primera incursión de Nicolás Herzog completamente afincada en los límites de la ficción, luego de coquetear en el terreno de la no ficción con los documentales Orquesta Roja (2009) y Vuelo nocturno: la leyenda de las princesitas argentinas (2016). El resultado es un policial con elementos de thriller y western que se sumerge en estos generos para narrar una problemática compleja como el femicidio y la trata que atraviesa todos nuestros estratos sociales. La puesta en escena del film demuestra la destreza de Herzog para finalmente abordar la ficción en géneros que ya había explorado como el thriller o el policial en sus documentales. Narrativamente el film pierde cierta consistencia al profundizar en la introspección y hacer de la elipsis una herramienta que nos lleva a tomar distancia de los fragmentos de acción que definen el conflicto. Esto puede resultar confuso pero el camino de redención que transita el personaje de Román (Lautaro Delgado) genera el magnetismo necesario para que no sobren ni uno de los 84 minutos del film.

Román Maidana, nuestro protagonista, tiene una salida temporaria de prisión a raíz de la muerte de su padre, procurando hacerse cargo de cómo disponer de los inmuebles familiares. El asunto estará lejos de ser expeditivo cuando el asesinato de una chica de su pueblo natal se termine entrecruzando con sus memorias como ex policía y la razón por la cual termino en prisión.Quien era amigo de su padre, el siniestro comisario encarnado por Claudio Rissi, lo invita a integrarse a su familia, pero las sospechas y la distancia que se abre entre ellos terminará siendo gatillada por Román cuando comience a desenterrar detalles de su oscuro pasado. La alucinatoria presencia de un recuerdo lo llevará en un sinuoso camino de redención y las consecuencias no tardarán en presentarse de forma explosiva, para que cada uno acepte el devenir de sus acciones.

La trama se precipita en su desenlace pero toma su tiempo para disponer la información necesaria para armar el rompecabezas de lo que ocurre en la vida de Román. Perder un detalle puede ser vital para comprender la trama, aunque también se extravía en segmentos introspectivos y lo que puede ser sutileza en otros momentos aparece subrayado, disminuyendo su efectividad en favor de explicar el movil de sus acciones. A pesar de esto, el film no deja de tener un tono sombrío y misterioso: el pueblo de Entre Ríos se ve decaído y ruinoso, los interiores tienen una luz decadente y todo lo que pisa Román parece sucio e inestable, algo que nos hace pensar inmediatamente en el noir antes que el más estilizado neo noir. La amenaza latente de su propia memoria y la culpa lo hacen ese heroe trágico que se abre del marco de las instituciones para encontrar su propia justicia. La conclusión puede ser un tanto apresurada y anticlimática, pero el camino que traza el desenlace resulta de una notable coherencia con el desarrollo de las acciones del personaje.

Correcto en su primera incursión en la ficción, Herzog encuentra en La sombra del gallo un buen debut a pesar de sus falencias, que lo confirman como una voz original luego de sus acertados trabajos como documentalista.