La sequía

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Dentro de un paisaje abrumador, con cerros de tierras muy secas, vientos fuertes, días calurosos y noches frías, se desarrolla esta pequeña historia en Catamarca, más precisamente en Fiambalá y sus alrededores. Allí aparece de la nada una mujer atractiva, con ropa elegante, cartera y sandalias de taco alto, atravesando a pie un terreno desértico que provoca el entierro de sus pies con cada pisada. Una voz en off, que se supone es de ella, narra un cuentito poético.

Fran (Emilia Attías) camina y camina. No se sabe qué le pasa, ni de dónde viene. Está casi la mitad del film sin hablar, opta por permanecer en silencio. De vez en cuando se le aparece Not (Adriana Salonia), recriminándole su actitud. Parece ser una amiga, representante o la voz de su conciencia. Es extrovertida, llena de energía que la contrapone notoriamente con Fran. Gracias a este misterioso personaje nos vamos enterando que la protagonista es una actriz, se escapó de un set de filmación y hay mucha gente que la busca. Su misión es convencerla de que vuelva a su trabajo y la sigue a todas partes.

El director Martín Jáuregui propone presentar un relato acerca de una mujer que sufre una crisis existencial, y mientras reflexiona qué hacer de su vida deambula por una zona del país muy poco amigable para la existencia humana. Ocasionalmente suena una música incidental instrumental lenta, que remite un poco a las canciones típicas de esa zona. En otros momentos se oye la voz en off de la actriz discutiendo con un hombre por la firma, o no, de un contrato. Todo eso ocurre mientras camina, se contacta con lugareños en un pueblo que la reconocen y como no tiene efectivo le regalan cosas

La actuación de Emilia Attías es mucho más física que interpretativa. todo lo opuesto a la de Adriana Salonia. Ellas cumplieron con las directivas, mucho más no podían hacer.

No hay puntos de giro en la narración, y si los hay no son lo suficientemente evidentes como para que la protagonista haga algo distinto durante toda la historia.

Si lo que el realizador pretendía era representar a una mujer conflictuada e introspectiva, no lo pudo lograr. La profundidad necesaria para describir el problema la solucionó con inocuas voces en off y no en acciones o diálogos serios. Se decidió a navegar en aguas traicioneras y, lamentablemente, cayó en la trampa