La separación

Crítica de Pablo Bruetman - Infonews

El regreso del cine iraní

Las grandes películas occidentales cuestionan los parámetros de su civilización y en general a los espectadores les agrada las denuncias que se realizan desde el cine. En todos los listados de películas favoritas aparecen, en los primeros puestos, títulos relacionados con el inconformismo, la resignación o la protesta.

Nunca faltan allí la saga de "El Padrino" con todo su cuestionamiento a la ambición y al poder económico, "La lista de Schindler" y su mirada sobre el nazismo y "Luces de la Ciudad", donde Chaplin protesta contra la necesidad imperante en nuestra sociedad de poseer dinero para vivir dignamente (las tres figuran en los primeros puestos de Imdb y Film Affinnity).

"La separación", salvando las distancias con esas obras maestras, podría integrar el mismo grupo. Hasta aquí el cine iraní había aportado maravillas cinematográficas como la filmografía de Abbas Kiarostami pero nunca había producido una película que cuestionara tan directamente nuestra civilización. Algo que al espectador medio occidental le encanta y que luego podrá votar en una página de internet.

El párrafo anterior tal vez sirva para explicar por qué "La separación" se quedó con el Oscar a mejor película extranjera. Ahora resta explicar por qué es una muy buena película. Se podría decir que la primera escena con una cámara fija es brillante: una pareja le solicita el divorcio a un juez, al que no vemos en pantalla. Sirim quiere irse del país para que su hija tenga un mejor futuro, Nader quiere quedarse a cuidar a su padre enfermo.

Se podría decir también que el argumento es muy interesante. A la separación de la pareja se le agrega la separación social existente en Irán y en todos los países del mundo cuando él contrata a una mujer casada(Razieh) para que cuide a su padre. El clímax de la película empieza cuando Nader echa a Razieh del trabajo y ella pierde a su bebé y lo acusa del aborto por un pequeño empujón. Razieh y su marido realizan la denuncia por el homicidio de su futuro hijo y se enfrentan en los tribunales a Nader y a su futura ex esposa. Ambas parejas tienen una hija que funciona como el fragmento de la familia que aún no está contaminada por la sociedad.

La película tiene muchas más separaciones que la del título. Existe una por ejemplo entre lo que dice lo que dice la religión y hacer lo correcto. Esta separación aparece por primera vez cuando el padre enfermo no puede cambiarse los pantalones y Razhie duda en ayudarlo por un impedimento religioso. Pero lo más interesante de la película es que no tira dardos sobre la religión sino sobre las reglamentaciones, porque así como la religión obliga a hacer cosas absurdas, la ley también lo hace.

"La separación" es una gran deudora de Kakfa y su libro "El Proceso" y muestra lo absurdo de respetar las cosas solo porque alguien las haya dicho o escrito en el pasado, además de cuestionar la burocracia occidental. No tiene, como el cine iraní que conocíamos, planos largos en las montañas, ni bella fotografía, ni miradas largas. Transcurre en una ciudad con mucho diálogo, con clases sociales diferentes, con escuelas y con lo que occidente les dio.

La familia del padre enfermo representa a la civilización educada, la que piensa en cambiar de país para el futuro de su hija, la que actúa de forma más cercana a la que se conoce como civilización occidental. En cambio la otra familia representa a la religión, a quienes por falta de equidad social no recibieron otra educación que no sea la religiosa, y que entonces son más violentos, más frontales y tienen más miedo. Mucho más miedo de que Dios los castigue. Ahí, entre la familia occidental y la religiosa está la separación más importante que cuenta esta gran película.